domingo, 4 de diciembre de 2016

El pequeño mono que sintió hambre y tomó una fruta (o la historia de la comunicación)



Historia mundial de la Comunicación, de José María Perceval (2015), es un libro de divulgación y cuenta la historia de un mono pequeño, lento, débil, sin garras ni colmillos, que sintió hambre.

Todo empezó en una de las sabanas del África dominada por grandes mamíferos depredadores. En ella, un mono hambriento e insignificante se irguió sobre sus patas y extendió la mano para coger una fruta. La fruta era dulce y sabrosa y el mono, encantado, volvió una y otra vez al árbol y hasta aprendió a coger otras frutas.

Con el tiempo, el mono aprendió a distinguir los colores de las frutas. 

La mano que recogía la fruta liberó la boca y el mono, cuya única fortaleza era el trabajo en grupo, desarrolló el lenguaje y con él, la cooperación y el intercambio.

El mono domesticó el fuego y emigró a lugares más fríos. Y los descendientes del pequeño mono se dispersaron por todo el planeta.

Con el lenguaje apareció el pensamiento simbólico: el mono desarrolló la técnica para contar objetos y el arte de contar historias, alrededor del fuego. Un poco después apareció el saber y la educación, de la mano de las abuelas. El cuento se transformó en mito y las cuentas en matemáticas. 

La información se convirtió en conocimiento y éste en poder, La sociedad se dividió entre quienes tenían ese conocimiento y quienes no lo tenían, entre quienes sabían y los que no sabían, entre quienes mandaban y quienes obedecían, entre quienes pagaban tributos y quienes los recibían. 

El mito se transformó en "lo sagrado". Surgió el poder y el poder se empezó a describir a sí mismo y a los demás. Entonces, para controlar la información y la conducta, se inventó el Estado y la moral. Y con ello apareció la retórica, para seducir y manipular. Apareció la escritura y el alfabeto. La escritura necesitaba un soporte físico y en Egipto se inventó el papiro, en Asia menor el pergamino y en China el papel. Aparecieron las bibliotecas. Siglos después, seguirían los indios con el cero. Las cuatro rutas de la seda llevaban y traían.

Fue entonces cuando un emperador de la India, Asoka, queriendo expandir el budismo en el lejano oriente, envió misiones de monjes que, deseosos por abaratar los costos de sus mensajes religiosos, empezaron a experimentar con la impresión y, siglos después, se inventó la imprenta. Y con ella, el libro, la prensa y los cafés.

La colonización trajo las llamadas "nuevas drogas": café, tabaco, chocolate y té. La imprenta dio origen al libro y a la prensa. El libro se ligó al pensamiento ilustrado, enciclopédico y filosófico; y la prensa a la opinión pública. Los cafés eran esos lugares donde se comía, se cantaba, se contrataba prostitutas, se consumía las nuevas drogas y las viejas (alcohol), y se leía las noticias del día, las aportaciones de los letrados (en voz alta) y la literatura popular -erótica, de fantasía- (en voz baja).
Lo que siguió después, lo conocemos bien: surgió la cultura de masas y la tecnología para llegar a ellas: radio, cine, televisión, computadoras, teléfonos inteligentes, tabletas, en fin, internet.

Y todo esto se desencadenó solo porque un pequeño mono sintió hambre y tomó una fruta.

Te animo a leerlo. Es fascinante.

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