Poema de amor desde el cuerpo
Mis ojos, mis
manos,
mis pies, mis
cabellos,
mis nalgas,
mis piernas,
mi sed, mis
caderas,
mis órganos
internos,
mi deseo de
placer,
mis ganas de
comer,
cada milímetro cuadrado
de mi piel,
cada esquina de mi carne,
cada arista,
cada hez.
Es un templo,
no una
basílica,
sólo un templo
sencillo.
Como todos los
templos,
con columnas y
pilares
trajinados
que requieren
a veces
una mano de
pintura,
un poquito de
barniz en las ventanas
y en las
puertas
y en los
bancos,
una manta
de seda para el
tiempo
y para la
borrasca.
Una ventana,
una lámina de
vidrio
resistente,
fuerte y transparente
para que me
proteja del viento,
la tempestad y
el frío,
para que deje
caer sobre mis párpados
la luna,
para que pueda
mirar la noche estrellada,
descifrar las Osas
y hacer
realidad el
milagro de la vida.
* * *
Álvarez, Julio. "Penúltimo segundo, un manojo de poemas y una crónica de viaje", Chimbote 2004, Río Santa Editores
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