Me gustas.
No muero por ti,
pero no sabes
cómo me gustas.
He decidido
que mejor
no te lo digo,
porque
seguramente dirás “No”.
“Que somos
amigos, casi hermanos”
y yo, quién
sabe,
en mi
desesperación,
te diré que
“qué diablos”
y yo soy
cristiano,
católico,
apostólico y peruano,
Recibe este poema.
Comprende
que no pretendo
emular a
Bécquer ni a García Lorca ni a Neruda ni a Vallejo.
Recibe este
poema porque
si te pones
a pensar un ratito
te darás
cuenta:
es lo único
que me queda.
Ni siquiera
puedo decir
que conmigo
te ganarías
la lotería, la polla o el súper loto.
Tú eres la
blanca
con
puntillo y ligadura.
Yo, la fusa
con
silencio de semicorchea.
Tú siempre
preguntas,
yo nunca
respondo.
Tú tienes
ilusiones,
y a mí
la
frustración me visita
todos los
días.
Tú eres capaz
de mandarme
ahora mismo al cuerno
por
escribir estas tonterías,
y yo no
estoy seguro
si te las
enseñaré
algún día.
Ni siquiera puedo
decir que
sería capaz
de empeñar
toda mi vida.
Mi vida no
es rentable,
nunca ha
dado utilidades,
nunca nadie
ha querido
recibirla
en prenda o hipoteca.
Casi
siempre la he ofrecido en donación,
como ahora.
Mi vida
está hecha en
disonantes,
quintas y
escalas
menores.
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