
Siempre hemos hablado entre amigos acerca de que el Cine peruano podría aprovechar la rica historia de nuestro país para producir joyas del sétimo arte que estoy seguro serían traducidos a todos los idiomas principales del Mundo.
La idea vino a mi mente por vez primera, hace unos buenos años atrás, cuando veía la magnífica producción para televisión Zhaka Zulú, fórmula que ha sido repetida hasta el cansancio en el cine a través de películas épicas como El Último Samurai, Troya, 300, etc. entre las de peor gusto * y numerosas producciones asiáticas, entre las de mejor gusto. *
Pues bien, apenas ayer disfrute hasta el máximo el largometraje indio Joddah Akbar. Este personaje fue una princesa hindú, de la orgullosa casta de los Rajput, que se casó con Jalaladil Mohamed Akbar, Emperador Mogol entre 1560 y 1605. Akbar consolidó el Imperio Mogol y lo estabilizó, pero claro me imagino que se estarán preguntando que qué tiene de especial esta historia de otras historias épicas.
Lo especial es que Akbar, sin dejar de ser musulmán –los mogoles eran musulmanes- además de ganar algunas guerras y consolidar el Imperio Mogol, practicó y promovió en su imperio el respeto y tolerancia religiosa y la convivencia de pacifica de distintas religiones. Akbar abolió el injusto impuesto al peregrinaje religioso que se aplicaba a los no musulmanes y financió el desarrollo de talentos artísticos y de la cultura más allá de las diferentes religiones.
Se cuenta que, "aunque Akbar era analfabeto, amaba el conocimiento y tenía por costumbre invitar a personas de diversas religiones para discutir sobre asuntos mundanos. Fue mecenas de numerosos talentos literarios como los hermanos Feizi y Abul Fazl. Ordenó transcribir numerosos escritos científicos del sánscrito al idioma persa." (Wikipedia)
Akbar, rompiendo con la tradición de miles de años, se casó en una alianza política con Jodda, una princesa Rajput de religión hinduista que tuvo fuerte influencia en el pensamiento y estilo de gobierno de su esposo.
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