sábado, 13 de febrero de 2010

Aquí no se gana pero se goza

Después de vivir cinco años en los Estados Unidos, debo admitir que uno de los rasgos de la política peruana que más extraño es su capacidad para hacerme reír.

Justo cuando parecía que las campañas presidenciales estarían sazonadas por una alta dosis de aburrimiento (Ej. ¿Se imaginan un debate entre Castañeda y Humala?), Jaime Bayly y Tongo unieron fuerzas para demostrar que, de verdad, en la política peruana, puede ser que no se gane, pero se goza y hasta se aprende.

Y digo que se aprende porque los papeles que en la obra de la política peruana juegan estos dos personajes contienen datos valiosísimos de la realidad peruana, siempre que, claro está, se sepa leerlos.
Bayly, para empezar no es un payaso, o al menos no es más payaso que muchos políticos y congresistas, ni tampoco pretende representar a los candidato de los sectores populares. Su motivación no tiene nada que ver con reivindicaciones de los conos sur y norte de Lima o provincias más pobres sino que es únicamente una reivindicación del derecho a la libertad personal, en este caso, el derecho a la libertad de “armar chongo y meter vicio” allí donde el panorama luce aburrido y los protagonistas son ídolos con pies de barro fácilmente “vacilables.”
Tongo, por su lado, tampoco se ha convertido en el músico de los empresarios o, como dijo Humala, del poder económico. No. Tongo, simplemente quiere vender más de su música, ganar más dinero, aunque sin darse cuenta en la letra misma de su popular “Jaime pa’ presidente” ha dejado entrever cuál es el valor primero y último que lo motiva: la igualdad.
No por casualidad la letra de la canción dice: “Era un niño muy diferente a todos los demás, a pesar que lo tenía todo, le gustaba la igualdad.” Es decir, ¿diferente a quienes? ¿Cómo se es diferente y a la vez amante de la igualdad? Este verso de la canción es muy expresivo. Para Tongo, Jaime era diferente a todos sus compañeros de colegio y universidad, etc. a quienes no les gustaba la igualdad, es decir, que, según él, estos discriminaban o utilizaban la estructura desigual de oportunidades y resultados de la sociedad peruana para tener éxito a costa de los peruanos como él (como Tongo) y perpetuar la desigualdad.
Esto es, que resulta que la ecuación Bayly-Tongo es la mezcla de los dos valores de las relaciones humanas que ha resultado siempre tan difícil de mantener, libertad e igualdad, capitalismo y socialismo, etc.
A Bayly no le interesa Tongo ni su mundo, sino lo que el cantante pueda darle, esto es, música para sus parodias y más rating. A Tongo tampoco que le interesa Bayly, sino la publicidad que salir en El Francotirador significa. Es una asociación de intereses económicos con impacto en la esfera política similar a la que tuvieron varios artistas de la farándula peruana con Fujimori, con la diferencia de que no hay compra de conciencias, porque en este caso ninguno de ellos tiene la necesidad de ser o parecer serio, sino todo lo contrario, mientras más “chongueros” mayor es su aceptación. ¿Por qué? Por que su falta de seriedad es, precisamente, la fortaleza de ambos y lo que los asemeja.
Y no tengo que ser mago o poder leer la mente de las personas. Yo, al igual que todos los peruanos que fuimos adolescentes en los 80s y antes, fuimos fervorosos oyentes de discursos maravillosos en labios de magníficos caudillos, de izquierdas y derechas, que prometían el oro y el moro y hablaban con tanta seriedad… y les creímos. Eran los años de nuestra inocencia política cuando no conocíamos el significado de la palabra cinismo y, por ende, lo que decía el candidato, ¡tenía que ser cierto! ¡Si lo está diciendo en público!
Será por eso que Susy Díaz fue congresista y que tal vez Jaime Bayly llegue a ser presidente. Es decir, si igual se que me están mintiendo, por lo menos, diviértanme.
En todo caso, por el momento, todos ganan, menos los políticos serios sin sentido del humor: gana Bayly, gana Tongo, gana la política peruana porque la comedia “Jaime pa’ presidente” tiene el mismo efecto que los vladi-videos en tanto permite desnudar los vicios, contradicciones e hipocresías de la política peruana y de los candidatos. Y ganamos nosotros, que nos reímos a carcajadas.
A reír entonces, a gozar… mientras se aprende.