jueves, 27 de junio de 2013

Mesa servida, comida rancia



"Hay que cortar la chaqueta de acuerdo con las medidas de la persona, y no al revés." (A. De Mello)

Le preguntaron al Maestro: «¿Qué es la espiritualidad?».

«La espiritualidad», respondió, «es lo que consigue proporcionar al hombre su transformación interior».

«Pero si yo aplico los métodos tradicionales que nos han transmitido los maestros, ¿no es eso espiritualidad?».

«No será espiritualidad si no cumple para ti esa función. Una manta ya no es una manta si no te da calor».

«¿De modo que la espiritualidad cambia?».

«Las personas cambian, y también sus necesidades. De modo que lo que en otro tiempo fue espiritualidad ya no lo es. Lo que muchas veces pasa por espiritualidad no es más que la constancia escrita de métodos pasados.»

«Hay que cortar la chaqueta de acuerdo con las medidas de la persona, y no al revés.»

(Cuento de Anthony de Mello)

Esto mismo ocurre cuando intentamos usar recetas viejas para tratar de resolver problemas nuevos. Cuando lo hacemos, terminamos queriendo funcionar en automático, como máquinas y ponemos al Ego o falso Yo, a cargo de nuestra vida, ignorando nuestras emociones y el corazón y las respuestas que de nuestro cuerpo vienen.

¿Cuántas veces al día hacemos esto en el trabajo y en casa?

Si siendo gerentes, aplicamos recetas viejas para problemas nuevos, ¿cómo esperamos que el personal a cargo nuestro sea innovador?

Si siendo padres, tutores o educadores, aplicamos recetas viejas  a las dificultades nuevas y únicas que van experimentando los niños , adolescentes y jóvenes en su proceso de desarrollo y en un contexto social diferente (siglo 21), ¿Por qué nos quejamos después de que "esta juventud" quiere la mesa servida y no quiere aprender?

¿Acaso no hemos sido nosotros mismos quienes les hemos enseñado con el ejemplo que la mesa debe estar siempre servida?

En el mundo de la gestión, esto ocurre a menudo, sobretodo cuando el enfoque gerencialque se usa es burocrático o tradicional, es decir, donde los procesos y las formas importan más que el propósito, los objetivos y el sentido.

Cuando la mesa ha estado servida por mucho tiempo, la comida estará rancia.

martes, 25 de junio de 2013

Las ruinas no llevan alfombra ¿o sí?


- Las pinturas son lindas- me dijo Paula, una simpática chilena con muchos años viviendo en Ginebra- pero el estado de las paredes y el techo de este local sí que hace llorar... está todo tan descuidado.

- Bueno- le dije- ¿has visto cuál es el nombre de esta galería?

- No- respondió- aún no.

- Ruina...

- Ah! verdad! Pues así, sí.

Se trataba de una galería en Ginebra con ese nombre, "Ruina", cuya atmósfera y personalidad hace honor a su nombre. A mí me encanta, porque me encanta todo lo que huele y luce antiguo, como el café de la abuelita Arcadia y las calles de Brujas, Annecy y muchos otros lugares de Europa.

Minutos más tarde, un hombre muy amable me haría un comentario parecido:

- Yo pondría una alfombra...

- Hmmm... ¿por qué tendría que llevar una alfombra si la galería se llama "Ruina"?

Permaneció pensativo uno segundos y luego comentó:

-  Es cierto! Viéndolo así, es decir, si el lugar se llama Ruina, no tendría sentido que todo luzca brillando y como nuevo. Ahora luce diferente.

- Pues, sí- respondi amablemente, esbozando una sonrisa.

Es sorprendente como un simple cambio en la forma cómo vemos el contexto, puede modificar nuestro observador, nuestra interpretación y el significado de todo lo que nos rodea. A mis dos interocutores, profesionales competentes y buenas personas, simplemente se les había escapado algo que parecía insigificante: el nombre de la galería que pueden verla aquí en esta foto:




Algo tan simple definía el contexto en que estábamos y no conocerlo ocasionaba juicios en uno u otro sentido, de aprobación o desaprobación, de halago o de condena. Y esto ocurre porque el contexto, que puede estar dado por el elemeto -ante tus ojos- más insignificante, contiene valores específicos que solo toman sentido en ese contexto y no otro. 

Esto mismo se repite en cualquier grupo humano, laboral o familiar, grande o pequeño. Y por eso, es saludable buscar comprender cuál es el contexto en que cada situación, relación grupo humano, pues cada palabra y cada emoción y cada postura tomará sentido solo en ese contexto y no otro. 

Y esa puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.

sábado, 15 de junio de 2013

Preguntas vs Respuestas

"Lo importante es no dejar de hacerse preguntas" (Albert Einstein)
Les invito a ver este fragmento de la película "Angel A" que muestra el poder de las preguntas. 



El coaching se basa en el arte de explorar, de hacer las preguntas correctas en el momento oportuno y conseguir que el "coachee" genere sus propias respuestas, que le lleven a encontrarse a sí mismo, a conocerse, y después de eso, a alcanzar sus objetivos, sus metas.

El coach ayuda a la persona "cocheada" a expandir su consciencia, a hacerse responsable y a sacar lo mejor de sí mismo. Y las preguntas son esenciales en este proceso.

Empezaré mi día, entonces, con una pregunta sobre las preguntas: ¿dónde vivo usualmente? ¿en las preguntas o en las respuestas?

Si vivo en las respuestas, ¿qué es lo que hace que no me transforme en el que "siempre tengo la razón"?. ¿cómo encuentro soluciones a problemas nuevos si no me hago preguntas nuevas?




El universo, la vida misma, es cambio permanente y tiene la traviesa costumbre de cambiarnos las preguntas cuando creemos que ya hemos encontrado todas las respuestas.  

El desarrollo personal no es un proceso lineal o evolutivo que va de principio a fin, de génesis a apocalipsis, de imperfección a perfección, de no evolucionado a evolucionado.

El desarrollo personal es un ciclo que se repite una y otra vez de manera incesante.

Cada momento vivido es un momento nuevo en el que necesitamos reinventarnos para alcanzar la felicidad.

En un universo así, las preguntas correctas pueden resultar más valiosas que las respuestas. En ellas radica el secreto del buen desempeño y la alta efectividad.

sábado, 1 de junio de 2013

¿Cambiar "porque" o cambiar "para"?


No se trata solo de cambiar "contra" algo que hace sufrir. Es conveniente cambiar "para" conseguir algo, es decir, preguntarme ¿para qué quiero que esto cambie? (Laurence Lemoine)
Cambiar "porque" no es lo mismo que cambiar "para".

Cambiar "porque" me conecta con las causas y el pasado. Cambiar "para" me da una visión en la vida y me conecta con el futuro.

Cambiar "porque" es, tal vez, el primer aliciente pero, para ser feliz y lograr mis objetivos, necesito transformarlo en un cambiar "para".

Cambiar "porque" es cambiar "contra" algo o alguien. Cambiar "para" es cambiar "a favor de" mi mismo o de alguien a quien amo.

Cambiar "contra" algo es pretender "huir" del pasado pero, paradójicamente, guardándolo en la mochila. Es fugarse de una prisión para caminar en un territorio desconocido, arrastrando todavía los grilletes y sin tener un mapa.

Cambiar "para" algo es "ir" hacia el futuro sin mochilas, ligero de equipaje. Es adentrarte en la vida, sumarte al flujo de la existencia, sin mapa pero con el ojo y el alma atentos a las señales del amor y la felicidad.

Cambiar "contra" algo es quedarse en el mundo de las explicaciones, la tierra del por qué, allí donde habitan el resentimiento, el rencor y la revancha.




Cambiar "para" lograr algo es aprender, es viajar en el mundo de las posibilidades, la tierra de las oportunidades, allí donde habitan el perdón, la paz interior y el éxito.

Cambiar "contra" algo es querer que ese algo desaparezca, es enfocarme en mi poder destructivo. Cambiar "para" algo es querer Ser y dar rienda suelta a mi poder creativo.

Cambiar "contra" algo es hacer del miedo mi motor y motivo. Cambiar "para" algo es hacer del amor mi combustible y darle sentido y propósito a cada segundo de mi existencia.