jueves, 26 de enero de 2012

Vamos, ¡no leas eso!

 

Los debates, entrevistas y reportajes sobre la pretensión de los senderistas ex presidiarios por terrorismo y crímenes de lesa humanidad (MOVADEF o Movimiento (dizque) por la Amnistía y los Derechos Fundamentales), hicieron que rescatará esta fotografía de mis archivos. Es una foto de Abimael Guzmán, el Presidente Gonzalo, el mismo cuyo pensamiento (Pensamiento Gonzalo) originó y causó miles de muertes y la destrucción de mucha de la poca infarestructura del país, ocasionando un sufrimiento masivo sin precedentes en la historia del Perú contemporáneo. El terrorismo en el Perú dejó un saldo de casi setenta mil víctimas, entre muertos y desaparecidos, durante los veinte años que duró esta guerra.

Es la foto de un libro -La Cuarta Espada de Santiago Roncagliolo (1)- que no tendría nada de especial sino fuese por las circunstancia en que la tomé.

Y que se las voy a contar.

Eran los primeros días de octubre de 2011 y estaba yo en una de esa magníficas librerías madrileñas husmeando y me tope con este libro. Ya lo había visto antes y por eso no llamó mi atención, hasta que un púber de unos 14 años se acercó, atraído no se por qué aún. Sólo se que lo vi venir, escoltado por su madre, desde unos metros atrás directo hacia el libro. Se acercó lo tomó y le dijo, "Ostias, mamá, éste!".

La madre, una mujer de unos 40 años o algo más, enfocó su atención en la portada por un par de segundos y sin darle mayor explicación, le dijo "Vamos! No, no leas eso!" mientras tomaba el libro y lo devolvía a los anaqueles.

Quedé impresionado por la escena. Para mi el chico era suficientemente grande para empezar a conocer de estas cosas. Pero, para la madre no. Y no se por qué. Yo ý mis amigos leimos "El Sexto" de José María Arguedas y esa lectura nos abrió los ojos a un mundo que no queríamos e hizo de nosotros seres aún más sensibles con el dolor humano.

Así que no entendí a la madre y, siempre respetando el instinto maternal de proteger a su hijo de cosas desagradables, me quedé pensando en esa escena y tomé la foto.

Hoy, enero de 2012, sólo pocos meses después, cuando vemos asombrados a jovenes de 18 a 22 años repetir como autómatas arengas del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo como lo hacían hace más de 20 años los asesinos terroristas, negar sin asombro de duda que se trató de una guerra y no de terrorismo y señalar que ellos consideran que Abimael Guzmán es un luchador pólítico que merece ser liberado pero que no los confundan con él ni los senderistas porque ellos son un movimiento nuevo, me pregunto: ¿qué ha pasado estos 20 años? ¡hemos hecho lo mismo que la madre española? ¿le hemos dicho a nuestros hijos "Vamos" No, no leas eso!"

Y sí, casi todos lo hemos hecho. Algunos por comodidad y salud mental, otros por ignorancia, otros por indiferencia y otros por cinismo. Y lo han hecho dos gobiernos seguidos y el actual también que ha necesitado algo así para reaccionar.

Y sólo hoy, 20 años después, escuchamos decir a la Ministra de la Educación que, a partir del 2013, se incluirá en la curricula escolar la historia de los años del terrorismo. ¡Qué verguenza!

¿Saben qué? Hay momentos en que siento que somos mentalmente tan ciegos, necios, cínicos y coloniales como hace 200 años… y me averguenza.
(1) En La cuarta espada, Santiago Roncagliolo rastrea el origen y las consecuencias de esa barbarie a través de un acercamiento a la biografía de Abimael Guzmán, tarea titánica porque quien fuera líder de Sendero Luminoso, el mayor grupo terrorista del Perú, no solo pasa sus días en la cárcel más segura del mundo, como se describe al inicio del libro, sino que también construyó unas barricadas de terror que parecen infranqueables cuando el periodismo busca a sus familiares y personas que fueron cercanas a él.