lunes, 10 de diciembre de 2018

El referéndum: una mirada desde la gestión del cambio



Para el coaching, en tanto facilitador del desarrollo y cambio de las personas, equipos y organizaciones (los sistemas), la única certeza es que todo cambia. Ese cambio, sin embargo, suele ser difícil porque los sistemas tienden a la estabilidad y a la evolución, al mismo tiempo, produciéndose una “crisis en el sistema” o conflicto que el sistema busca resolver, casi naturalmente, mediante acciones a posteriori, es decir, cambiándolo todo para que nada cambie. Como consecuencia, se produce la “crisis del sistema”. (*)

Cuando esto ocurre, lo único viable es un cambio de visión, de paradigmas, de hipótesis básicas y pre-suposiciones. De modelo mental. Si no se hace, el sistema se enferma y corre el riesgo de auto-destruirse.

El Perú es un sistema. Un sistema político, ético-político, y la crisis que se pretende empezar a resolver con el referéndum es “del sistema”. ¿Cómo llegamos a esto? A través de una acumulación de “crisis en el sistema” político y ético que hemos intentado resolver modificando solo una que otra regla interna de funcionamiento. El resultado fue el Congreso actual y su mayoría, el Juez Hinostroza, el Juez Ríos, los Cuellos Blancos y Odebrecht, por mencionar solo unos pocos.

Las revelaciones de los audios de la corrupción nos quitaron la venda de los ojos y nos dimos cuenta de que, o empezábamos un cambio cualitativo del sistema político y ético o íbamos camino del barranco. Esos cambios, los cualitativos, tenían que ser, como dije, de visión, de paradigmas, de hipótesis básicas y pre-suposiciones.

Cabe preguntarse, por ello, si las tres reformas constitucionales aprobadas constituyen cambios cualitativos y son el combustible de cambios profundos.

En la primera reforma se incrementa la transparencia y exigencias (éticas y profesionales) para acceder a la Junta Nacional de Justicia (exCNM) y se prohíbe la reelección. Check.

En la segunda reforma, pasamos de la ignorancia consciente al conocimiento consciente. Todos sabíamos que dinero sucio financiaba a ciertos partidos y "pero hace obra” decíamos. Hoy elegimos que se sepa de dónde viene ese dinero. Cambio profundo. Check.

La tercera reforma es, a la vez, una sanción a los actuales congresistas y un cambio de reglas de juego significativo. Dicho en lenguaje de la calle: “váyanse a su casa, el Congreso no es su hacienda, búsquense un trabajo, no queremos nunca más congresistas atornillados a la curul”. Check.

La cuarta, la de la bicameralidad, pretendía ser también un cambio cualitativo de reglas de juego, pero dos cosas jugaron en contra: la desnaturalización de la que fue objeto por parte del apro-fujimorismo y que obligó al presidente Vizcarra a decantarse por el No; así como por el hecho de que, de todas las reformas, es la más compleja y difícil de explicar, sobre todo a una población que, en su mayoría, esta harta del floro barato y achorado de la baja calidad del discurso político en el Congreso y tiene una pésima opinión de la institución parlamentaria.

La bicameralidad, en todo caso, tendrá que esperar. Y será trabajo del próximo Congreso explicar los beneficios de esta, tarea que, obviamente, deberá hacer con el ejemplo.

Solo puedo decir: Ganó el Perú. Y esto sí que no es floro. Por la Sarita.

(*) Viviane Launer

lunes, 20 de agosto de 2018

Audios, corrupción y mentiras: Confianza privada vs Confianza pública

Foto: gratisography
Junto a mi casa hay una pequeña lavandería que es atendida por una risueña jovencita. El último sábado, mientras regresaba de hacer unas compras domésticas, escuché los gritos airados de un hombre en sus 30s que reclamaba a la chica por los constantes retrasos en la entrega de su ropa. “¡No hay confianza!”, le dijo, antes de marcharse airado.

Minutos después, ya en casa, encendí la computadora y revisé los titulares de varias noticias nuevas y no tan nuevas, sobre el escándalo de los audios, mentiras y corrupción que vivimos en el país. Tres de ellos (frases para la histeria), captaron mi atención: “Aunque les duela, no es delito” (Becerril); “El tema de fondo es si hay delito o no en lo que uno hace” (Hinostroza) y “Fue un error empezar mi gestión con una mentira” (Chávarri).

Me pregunté entonces, ¿por qué algo tan nimio como un retraso en la entrega de unos vestidos causa tanta furia y algo tan terrible como la mentira de un magistrado de la nación puede hasta pasar piola y causar en muchos una reacción insuficiente y tan lenta?

Ver: Congreso tiene más de 30 días sin debatir acusación contra Hinostroza

¿Por qué en el Perú romper la confianza pública es tan barato y quebrar la confianza privada tan  caro?

Entonces, abrí el Código Penal y encontré que los artículos 209 a 215 del Código Penal tipifican los "Delitos contra la Confianza y la Buena fe en los negocios" (Atentados contra el sistema crediticio, usura y libramiento y cobro indebido). Del mismo modo, hallé que la confianza privada es protegida por los artículo 427 a 439 del mismo Código, actos que si bien están bajo el paraguas de “Delitos contra la Fe Pública”, básicamente buscan regular el uso de documentos, sellos y timbres y actos que se dan en las relaciones entre privados.

No encontré, sin embargo, nada parecido que protegiera la Confianza pública.

Se me ocurrió entonces si sería pertinente y saludable crear el "Delito contra la Confianza y Ética en el ejercicio de la función pública" por actos como, por ejemplo, mentir de la manera que lo han hecho el Fiscal de la Nación y el congresista Becerril; actuar como ha actuado el Juez Supremo César Hinostroza; etc. Algo que se ocupe de las relaciones de confianza que debe existir entre el ciudadano y el funcionario pùblico de los niveles más altos.

Sé que la propuesta suena, para algunos, algo descabellada, pero en todo caso, es útil para generar una pregunta de supervivencia, cuasi existencial: ¿Por qué la "confianza y buena fe en los negocios" recibe tanta protección y la "confianza y buena fe en el ejercicio de la función pública" tan poquita?

¿Por qué a personajes públicos que gozan de un estatus especial e inmunidad por la función que ejercen, les sale tan barato (casi gratis o hasta rentable, diría yo) traicionar la confianza pública?

La "inmunidad" sin altas exigencias éticas es "impunidad". Mientras la Confianza Pública no tenga el mismo estatus de protección que la Confianza en los Negocios, tendremos una economía de mercado (de mercado informal, caótico, insalubre, sin garantías y callejero) pero no una República ni un Estado de derecho.

Lima, 20 de agosto de 2018.
Julio Álvarez