sábado, 1 de agosto de 2015

Déjà vu: ¡se ha dopado! (habladurías digo yo)


Déjà vu.

Las chismoserías habladurías sobre el supuesto (y falso) dopaje de Gladys Tejeda en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, me hacen recordar una tarde de agosto del 2008, cuando el estupendo Usain Bolt literalmente kicked the ass of derrotó a las estrellas estadounidenses en las Olimpiadas de Pekín 2008. Bolt no solo ganó sino que se dió el lujo de levantar los brazos y aflojar en el tramo final.


Yo estaba en un bar en Atlanta, Georgia, rodeado de amigos latinos y estadounidenses, y otros gringos y rednecks respetables ciudadanos estadounidenses del Sur profundo que veían en las pantallas anonados como sus estrellas eran humillados destronados por un "tercermundista". Aún sin recuperarse de la impresión, nerviosos, se decían entre sí: "Seguro que está dopado". Pocas horas después, Carl Lewis, para entonces ya retirado, declaraba a la prensa: "Países como Jamaica no tienen un programa de controles aleatorios, así que pueden pasar meses sin ser sometidos a pruebas. No estoy diciendo que alguien esté usando algo, pero todos deben jugar con las mismas reglas". 


Pero no, Usain Bolt no se había dopado. Y, para desgracia de Lewis y los gringos que estaban conmigo en el bar aquella noche, Bolt conservó la medalla y siguió ganando. 

Hoy, siete años después, la historia se repite.

Solo que esta vez no fue un jamaiquino de 1.96 mts de estatura, tan o más alto que sus competidores, sino una mujer pequeña, de origen humilde, 9 centímetros más pequeña que la que era dueña, hasta ese momento, del récord panamericano (Adriana Da Silva, 1.75 mts).


¿Cómo es posible? me los imagino pensando. Derrotadas por una mujer sudamericana, peruana, que tuvo que vencer primero, a la pobreza y la desnutrición, segundo, a un deficiente sistema de apoyo al atletismo en su propio país y, finalmente, a atletas mucho más altas, con grandes músculos, calanconas con buenas yucas piernas mucho más largas y auspiciadas por corporaciones internacionales. ¿Cómo es posible?

Y me los imagino diciéndose entre sí; se ha dopado, la peruana se ha dopado ¿oh, Dios, oh My God, se ha dopado!



Pero, no, no mis estimados calumniadores denostadores de hoy y siempre, Gladys Tejeda no se dopó y mantendrá su medalla de oro.



Gracias, Gladys, por darnos esta lección de vida. Y gracias picones maledicentes lengualargas críticos de hoy y siempre por hacer más grande el triunfo de Gladys con sus manotazos de ahogado. Frótense donde más les duele y disculpen si no salen en esta foto, pero es que nuestra guerrera no podia esperarlas una eternidad 3 minutos para empezar a celebrar.