jueves, 27 de diciembre de 2012

Cuando bebas, recuerda la fuente: ¡Gracias 2012!




El 31 de diciembre de 2012, entre las 11.50 y 11:59 horas tendrás la oportunidad de cambiar tu “suerte”.

La fórmula es simple: usa los días del año para despedirte del 2012 con gratitud.

No importa lo que haya ocurrido, o lo que hayas perdido, agradece a la vida, al Universo o al Dios en el que creas, por el simple hecho de la vida misma.

Si te pasaron cosas “malas”, no digas con amargura “adiós horrible 2012” o “lo único que quiero es que se acabe este año de m… y que el próximo año sea mejor que éste.”.

La vida es lo que es, no es buena ni mala, simplemente es.

Tú eliges el calificativo, buena o mala, correcto o incorrecto, bonito o feo, poco o mucho… tú lo eliges y esa elección llenará tu espíritu de insatisfacción y amargura o de gratitud y paz. Y ese será tu estado espiritual el resto del año. ¿Sabes por qué? Porque tu alma no es otra cosa que la materia prima fundamental con la que construimos cada día de nuestras vidas.

Por eso, cuida tu alma porque es de ella de donde sacas las formas de ser que te harán feliz o infeliz.

Hay un proverbio chino que dice: "Cuando bebas agua, recuerda la fuente".

La fuente es tu alma. Cúidala, porque, quieras o no, estés de acuerdo o no, te guste o no, tu alma es siempre una fuente de algo, de amor, de alegría, de resentimiento o de paz o de lo que tú decidas llenarla. Porque somos fuente de lo que estamos llenos. Si estás lleno de insatisfacción y amargura, serás fuente de insatisfacción y amargura; si estás lleno de gratitud y paz, serás fuente de gratitud y paz.

No podemos dar lo que no somos ni lo que no tenemos. Somos fuente de lo que estamos llenos.

Por eso, no llegues al 2013 diciendo “adiós horrible 2012” o “lo único que quiero es que se acabe este año de m…, y que el próximo año sea mejor que éste” porque estarás sembrando las semillas de tu propia infelicidad.

Mírate en el espejo de nuestros hermanos artistas hispanoamericanos y chilenos que, luego del terrible terremoto que les azotó, frente a todo ese dolor y destrucción, penas, lágrimas y sufrimiento... eligieron la canción "Gracias a la Vida" como tema de su campaña de reconstrucción!

Eligieron decir "Gracias, Vida” o “Gracias, Dios” o “Gracias, Universo” por los buenos momentos, por lo mucho o por lo poco, por las lágrimas y por el llanto, las risas... Pudieron elegir lamentarse. Pero no, ellos eligieron agradecer a la Vida por la Vida misma. ¿Tienes dudas de que les irá bien el 2013? Con esa materia prima, ¿tienes duda de que les irá bien?

Esta noche, cuando llegues casa, escucha con los ojos cerrados la canción “Gracias a la Vida” (la pongo abajo para que no tengas que buscarlo)




Y cierra los ojos para que puedas sentirla con la piel y el corazón. Es una canción que es mucho más que una canción. Es una oración que nos muestra los milagros que ocurren cada día en tu vida.

Así te reconciliarás con la Vida, que es después de todo, reconciliarte contigo mismo, porque, si lo ves con cuidado, ni tu ni yo tenemos una Vida… sino que SOMOS LA VIDA.

Hónrala y te honrarás a tí mismo. Cúidala y te cuidarás a ti mismo. Agasájala y te agasajarás a i mismo. Y lo demás vendrá por añadidura.

Faltan pocos días para el 1 de enero de 2013. Perdona las ofensas recibidas, o al menos hazte el propósito de perdonarlas y, sobre todo, de perdonarte. Prométete que te vas a tratar con cuidado, que nos vas a dejar que se instale en tu alma la amargura, que te vas a tratar mejor; y que vas a empezar el 2013 con el alma llena de agradecimiento a la Vida “que me ha dado tanto”.

Y a todos aquellos que hicieron algo por ti, por mínimo que haya sido, reconócelos, agradéceles. Sólo así tendrás una posibilidad de que el 2013 sea un año mejor.

Cuida tu alma y no necesitarás revoluciones. 

Cuida tu alma y estarás cuidando tu familia, tus hijos, tu trabajo, tu empresa, la empresa que te acoge, tus inversiones, tus sueños y tus proyectos.

Cuida tu alma y estarás cuidando tu vida y la vida de todos los demás. 

Y la fórmula es muy simple: usa los últimos días del año para despedirte del 2012 con gratitud.

martes, 25 de diciembre de 2012

El líder… ¿habla o escucha?




En la sociedad contemporánea, donde aún predomina la tendencia a darle más valor a hablar que a escuchar, al líder o presidente de una compañía o de un país, siempre se le pide que en las grandes ocasiones hable, que de un discurso, que diga algo. Nunca se le pide que escuche.

Con esta idea, empiezo mi  25 de diciembre revisando en los diarios las ofertas de cursos que me gustaría recomendar a mis seguidores este verano, practicando el hábito de la Renovación a que se refiere Stephen Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.

Me encuentro con varios talleres y cursos que ofrecen capacitarme en “Oratoria y liderazgo”. Esto es, Oratoria, el arte de hablar con elocuencia; y Liderazgo, la capacidad de influir en las personas. Y me surge esta pregunta: ¿es que ser líder está asociado únicamente a hablar?

Veamos, comunicar lo es todo. No hay nada en esta vida que hagamos sin comunicar. Si fuésemos seres separados del resto de la existencia y la sociedad, tal vez podríamos sobrevivir sin comunicar. Pero no lo somos y, por el contrario, lo que hacemos cada segundo de nuestra vida es hablar y escuchar.

De allí que, un buen líder necesita ser un buen comunicador, es decir, saber hablar pero, por encima de todo saber escuchar.

Pero, ¿es así realmente en tu empresa, en tu ministerio? En el mío, no.

Mi tesis es que el cuerpo nos sirve para “escuchar”, mientras que la mente nos es útil para interpretar y juzgar si es favorable o desfavorable para nosotros lo que “escuchamos” y también, como un sub-producto imperfecto e inacabado, para hablar.

Y no me estoy refiriendo a hablar y escuchar sólo con otros seres humanos ni sólo con los oídos o con la boca, si no a hablar y escuchar en el sentido más amplio y natural de la palabra que abarca los cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Es decir que los sentidos nos sirven no sólo para percibir y observar el mundo tal como es.

Esta última afirmación la podemos ver a diario en las expresiones que, sin darnos cuenta, usamos cuando contamos a alguien más una experiencia. Decimos cosas como “me ha lanzado una mirada”, “se te escucha muy bien”, “esto no me huele muy bien”, “esta fruta tiene un sabor desagradable” y “tengo un nudo en la garganta”. Esto es que, a través de los sentidos, que son funciones corporales, “oímos” o, mejor dicho, “conversamos” con el resto de la existencia.

Pero hemos sido educados para hablar, no para escuchar. Estamos en una sociedad en donde el "hablar" es un derecho humano y escuchar no existe. Ese derecho es la libertad de expresión que, en sí misma, está basada en el hablar, en el expresarme, en decir algo, sin que exista el deber de escuchar. 

Así, todo el sistema político democrático, que se debe basar en el respeto al derecho, vida, intereses y sueños del Otro, está edificado sobre el hablar. Craso error, pues todos sabemos que muy poco beneficio trae hablar sin escuchar.

Escuchar es el pre-requisito de hablar.

La empresa que lanzó un producto exitoso al mercado primero tuvo que escuchar al consumidor usando las herramientas del marketing. Lo que el líder de tu compañía o de tu país tenga que decir sólo tendrá valor y legitimidad si antes ha escuchado al empleado o al ciudadano. Lo que diga un ministro o el presidente en un discurso oficial o frente a los micrófonos de la prensa, tendrá valor y legitimidad si antes ha escuchado al ciudadano. 

¿Cómo lograrlo? ¿Cómo crear en tu compañía, tu ministerio o tu país, una cultura de grandes lìderes Escuchadores?

Yo empezaría por cerrar algunos cursos de Oratoria y crear algunos talleres de “Escuchatoria y liderazgo” que me parece una asociación más natural.

domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Cliente o ciudadano?



¿Cliente o ciudadano? es la pregunta que, entre los que prestamos servicios públicos, ocasiona encendidos debates.

Los partidarios de usar la palabra cliente en la función pública argumentan que, si bien la palabra es importada de la actividad privada, el ciudadano paga por un servicio público (sea como impuesto o como contribución) y ser concebirlo como cliente favorece la incorporación de las técnicas de marketing y, por lo tanto, de los estándares de atención y satisfacción del cliente de la actividad privada que son mucho mejores y más avanzados que los del sector público,

Por su parte, los que se oponen a usar la palabra "cliente" creen que es un error pensar en hacer marketing público desde el Estado y vaticinan que, si comenzamos a ver los ciudadanos como clientes, perderemos de vista la "razón de ser" del Estado (...) la cuestión de fondo, el propósito y función." (extraído de un debate en la redes virtuales) que es "generar valor público".

A mi me da la impresión que los segundos padecen de un prejuicio contra el marketing, el término cliente y cualquier otra palabra que provenga del mundo de la gerencia privada.Se enfocan en las etiquetas.

Yo estoy seguro que a los ancianos que tienen que hacer largas y tortuosas colas para atenderse en los hospitales públicos, no les va a importar la etiqueta que usen para ellos si las condiciones de atención mejoran. Y yo, personalmente (al igual que la inmensa mayoría de los peruanos) he sentido que mis derechos ciudadanos han sido mucho más respetados en la empresa privada que en el sector público (por ejemplo, en el sector privado nunca me han pedido coima).

Las personas, cuando nos relacionamos con el Estado, somos clientes, contribuyente, ciudadanos y usuarios según cuál sea la naturaleza de la relación:
  • clientes, cuando adquirimos un servicio por el cual pagamos una tarifa en ese preciso instante, Ej. duplicado de DNI;
  • contribuyentes, cuando pagamos el impuesto a la renta cada año o a las ventas cada vez que adquirimos un bien en el mercado, Ej. una bicicleta;
  • ciudadanos, cuando ejercemos un derecho o reclamamos el respeto de ese derecho al Estado, Ej. sufragio; y
  • usuarios, cuando consumimos o usamos un servicio cualquiera o utilizamos los espacios o infraestructuras públicas sin necesidad de pagar una tarifa en ese momento pues ya lo hemos hecho con nuestros impuestos.
Y es posible que alguien pueda hacer una distinción diferente a esta, pero nada conseguiremos embarcados en esta discusión.

Lo único que importa es que el servicio sea prestado de manera efectiva y la persona que lo recibe se encuentre satisfecha y bien atendida. En esto hay valor.

Como dijo Den Xiao Ping, no importa de qué color (o cuál es el nombre) del gato; lo que importa es que cace ratones. El liderazgo efectivo tiene mucho que ver con no estar atado a etiquetas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Tiempo de cambios


Maestro -le dice el atribulado aprendiz al viejo - Muchas cosas nuevas e inesperadas han ocurrido últimamente en mi vida ¿cómo puedo saber cuando ha llegado el momento de hacer cambios? 

- Eres como un estudiante que desea rendir el examen final del 5to grado cuando la escuela está en receso y ya están a mitad de las vacaciones - dice el viejo sin mirar al joven aprendiz.

- ¿Cómo, maestro?  Qué quiere decir con eso-  pregunta el estudiante

- Quiero decir que ya lo sabes -le responde el viejo.

- ¿Ya lo sé? ¿Cómo es eso de que ya lo sé? - reacciona el aprendiz, entre perplejo e irritado.

- Claro, ya lo sabes, siempre lo has sabido. - insiste el sabio

- No lo sé, maestro. Y es por eso que vengo a buscar consejo. 

- No tengo consejo alguno que darte. Pero en realidad es muy fácil. Tú puedes elegir cambiar sólo una palabra de dos letras en tu pregunta y allí mismo encontrarás la respuesta. 

- ¿Cuál palabra? 

- Búscala

- A ver-analiza el joven - sólo hay dos palabras de dos letras: "en" y "mi".  No sé por cual podría cambiar "en". Pero, creo que sí podría cambiar "mi" por, por ejemplo "la"- razona el aprendiz.  

- Hazlo.

El aprendiz repite: 

- "Muchas cosas nuevas e inesperadas han ocurrido últimamente en la vida... en "la" vida! Eso suena diferente!" 

- Exactamente -sentencia el sabio- los cambios no ocurren en "tu" vida o "mi vida", si no en "la" vida. Y tú, siendo parte de ella, no estás viendo que en la vida el cambio es lo único que no cambia. 

- Es cierto- asiente el aprendiz.

- Así que los cambios, esas cosas nuevas e inesperadas de las que hablas, no son n nuevas ni inesperadas. Y ya ocurrieron. Y siguen  y seguirán ocurriendo. El "momento de cambios" que buscas en lo que llamas "tu" vida, es sólo el ejercicio tardío, fuera de plazo, de ponerte al día con la existencia misma y con el universo.