jueves, 15 de diciembre de 2016

Piedra, papel o tijera... ¡Diosito!





Esta mañana, leí la entrevista que hizo el 14 de diciembre la periodista Milagros Leiva a la congresista Rosa Bartra. En ella, Leiva le cuestiona la compra de 9 mil soles en turrones con dinero del Congreso (es decir, de los contribuyentes). Bartra respondió que lo hicieron porque la mayoría de los trabajadores del Congreso son devotos del Señor de Los Milagros.

Y les quiero contar esta historia:

Cuando era niño me encantaba jugar "Piedra, papel o tijera". Con este juego dirimíamos en la cancha de mi barrio quien haría algo primero y resolvíamos las diferencias que surgían en, por ejemplo, un partido de fútbol. ¿Quién tocaría el balón primero? Piedra, papel o tijera. ¿En qué lado del campo jugaría mi equipo el primer tiempo? Piedra, papel o tijera. Y así, sin pelearnos.


El juego era simple: el papel envuelve a la piedra, la tijera corta al papel y la piedra rompe la tijera. Y solo podías elegir uno y en menos de un segundo. Fueron nuestras primeras lecciones de toma de decisiones y solución pacífica de controversias. Era la regla y todos la respetábamos.

Con el tiempo alguien pensó que por qué no podía utilizar una aguja. Y entonces, "¡Aguja!", dijo, "la aguja también hace hueco al papel!". Luego otro, que no quedó contento con este cambio de reglas a última hora, sacó de su manga el ¡Hueco!. "El hueco gana –dijo- la piedra, el papel y la tijera caen en el hueco. De allí a la aparición de los elementos más extraños no hubo mucho trecho: tractor, bomba atómica, lanzallamas... y el juego dejo de ser un juego y se convirtió en una lucha de gritos, empujones y una competencia en donde ganaba el que era más fuerte o el más ladino. El sistema de solución de controversias entró en caos. Pero solo hasta que alguien, mostrando el dedo pulgar derecho hacia arriba, resolvió la controversia diciendo: "¡Diosito! Les gano a todos, ¡Diosito!"

Nadie se lo esperaba. Había dicho "Diosito" y ¿quién o qué podía tener más poder que Diosito?

Al principio nos reímos mucho. Hasta que dejó de ser divertido. A partir de ese momento, cada vez que debíamos decidir algo con este juego, todos mostrábamos el dedo pulgar hacia arriba y gritábamos "¡Diosito!". Lo demás se lo pueden imaginar. Cada uno tenía su "Diosito" y, al final, solo contaba la ley del más fuerte o del que tenía más amigos. Lo que era un juego se transformó en una exhibición de atropellos.

El juego dejó de ser divertido y esa fue mi primera experiencia de un conflicto "religioso". Empecé a ser consciente de cómo la religión (o un pensamiento único; la religión lo es) puede ser utilizada para justificar abusos.

Algo así ocurrió en la entrevista que le hicieron en RPP  a la congresista Rosa Bartra, donde Milagros Leiva le cuestionó la compra de 9 mil soles en turrones con dinero del Estado. El argumento de Bartra, que pretendió desacreditar los fundamentos legales del cuestionamiento fue escandalosamente religioso: lo hicimos, dijo, porque la mayoría de los trabajadores del Congreso son devotos del Señor de Los Milagros y los turrones se repartieron entre los fieles el día de la celebración.

¿Que hay normas que prohíben este tipo de adquisiciones? Nada. Diosito.

¿Qué eso constituye una falta? Nada. Diosito.

¿Que es dinero de los contribuyentes y no debe ser usado para consumos personales? Diosito.

¿Que la Constitución dice que el Estado peruano no tiene religión oficial? Diosito.

Nunca más volvimos a jugar papel, piedra y tijera en la cancha de mi barrio. 



Echar una moneda al aire era más práctico. Cara o sello. La ley del azar no admitía argumentos religiosos. 

Suena materialista, agnóstico, ateo. Lo se. Pero se acabaron los atropellos.

martes, 13 de diciembre de 2016

Carta a Viktor Emil Frankl



Ginebra, 13 de diciembre de 2016

Querido Viktor:

El año que usted nació, 1905, mi padre aún no había llegado al mundo. Y el que falleció, 1997, yo era todavía un adulto que, de alguna manera, tampoco terminaba de llegar al mundo. Por esa época, yo vivía en la India y, sin saberlo, había empezado un viaje que me llevaría mucho más lejos que las cumbres más altas de los Himalayas, una travesía que deseaba hacer pero que no sabía cómo ni con quien.
Empecé entonces una búsqueda intensa que me llevó a otros países en donde conocí maestros y tuve compañeros de viaje que ocasionalmente también actuaron como maestros. Entre ellos estuvieron filósofos y terapeutas, E. Fromm, con quien, estoy seguro, alguna vez habló, J. Bucay y E. Tolle. También el hijo de 7 años de mi amiga Dawlish que, cada vez que les visitaba, me recibía con esta pregunta: "¿A qué jugamos?".
En otra ocasión, mientras curioseaba en una librería para enterarme de las novedades bibliográficas, me encontré con tu "El Hombre en busca de sentido". No tengo palabras para expresar las emociones que atravesaron mi cuerpo de un lado a otro lado.

Algunos pasajes me llenaron de tristeza y otros de asombro y de alegría. Y si he de quedarme con un pasaje, sería con este: "El modo como un hombre acepta su destino y todos los sufrimientos que comporta, el modo como acepta su cruz le da la oportunidad, incluso en las circunstancias más difíciles, de proporcionarle un profundo significado a su vida". 
Pero el libro todo, querido Viktor, me colmó de esperanza. Me cambió la vida.
Aprendí que hay tres posibilidades "de encontrarle sentido a la vida hasta el último instante, hasta el último suspiro: (...) una acción que realicemos; una obra que creemos; o una vivencia, un encuentro y el amor." Pero también cuando nos enfrentamos al destino inevitable y damos testimonio de la capacidad humana para transformar el sufrimiento en logro humano.
Ayer, mientras intentaba pasar el tiempo de la manera más provechosa en un café de Ginebra, empecé a leer sus Memorias. 
En ellas encontré una frase y una anécdota que me tocaron muy hondo. La frase fue una cita de John Ruskin y dice así: "Hablando sobre el poder, estoy de acuerdo con John Ruskin, que dijo en una ocasión 'Solo existe un poder: el poder de salvar; y solo existe un honor: el honor de salvar'". Viniendo de usted, médico y sobreviviente de la barbarie nazi, ¡tiene tanto sentido!

La anécdota, por su parte, requiere un poco más reflexión. ¿Por qué? Porque viví algo muy parecido. En su caso, fue un sacerdote que en la homilía dijo: "Justo aquí detrás, en la Mariannengasse, vive un tal Viktor Frankl, que ha escrito un libro, Del psicoanálisis al existencialismo, y se trata de un libro ciertamente impío". El pobre cura no sabía que el tal Viktor Frankl estaba allí, entre los feligreses. Y usted, con la mayor delicadeza posible, lo saludó y se presentó.
En mi caso, corría el año 2005 y yo me encontraba dictando unas charlas sobre reforma del Estado para un grupo de militares con rango de capitán a mayor. Yo estaba muy feliz y entusiasmado. Había preparado mi presentación con mucho ahínco y había incluido entre las pocas lecturas, un artículo firmado por mí y publicado semanas antes. Se trataba de un resumen del capítulo 3 de la tesis de investigación que había sustentado para obtener el grado de Magister en Ciencia Política en la Universidad Católica del Perú, y hablaba sobre las reformas hechas en mi país por un autócrata que tuvimos desde 1990 hasta el año 2001 y que ahora está en prisión por corrupción y violación de derechos humanos.
En cuanto pregunté a los oficiales si habían tenido tiempo para leer alguna de las lecturas, uno de los oyentes levantó la voz y comenzó a hablar (de mi artículo): "Aquí hay un artículo de un tal Julio Álvarez Sabogal que habla sobre la reforma. Este autor es un payaso". Pasando por alto el lenguaje utilizado, no adecuado para el contexto (académico) ni para condición de oficial del ejército, le hice unas preguntas entonces para saber si había leído concienzudamente el artículo. Y, al darme cuenta de que no lo había hecho, le pregunté si sabía quién era el autor. Respondió que no. Y entonces me presenté. El oficial quedó mudo. "Fue un piscinazo" dijeron después sus colegas. Y yo, al igual que usted, me llené de preguntas: ¿Qué era lo que había ocurrido en las vidas de los protagonistas de ese minuto para que nos (des) encontráramos allí y de esa manera? ¿Cuán pequeña era la probabilidad de que su profesor fuese ese payaso al que se refería groseramente? ¿Llegaría a tener mucho poder ese oficial? ¿Se convertiría alguna vez en General?
Al final, de la misma manera que lo hizo usted, renuncié a una explicación a esa casualidad. Y siendo como soy, ya ni del nombre ni del rostro del oficial me acuerdo. Qué más da si, de todos modos, como dices: "Somos demasiado tontos para explicarlas y demasiado listos para negarlas".
La vida, dijo un poeta, es el arte del encuentro y cada encuentro (o desencuentro) tiene una razón, un para qué, un sentido que es la respuesta que le damos a ese hecho que no pudimos evitar y que no podemos borrar. A eso llamaba usted "amor al destino".
Gracias, Viktor, por todo lo que me ha enseñado. Y reciba un cariñoso abrazo. Aquí siempre le recordamos,

Julio.

domingo, 4 de diciembre de 2016

El pequeño mono que sintió hambre y tomó una fruta (o la historia de la comunicación)



Historia mundial de la Comunicación, de José María Perceval (2015), es un libro de divulgación y cuenta la historia de un mono pequeño, lento, débil, sin garras ni colmillos, que sintió hambre.

Todo empezó en una de las sabanas del África dominada por grandes mamíferos depredadores. En ella, un mono hambriento e insignificante se irguió sobre sus patas y extendió la mano para coger una fruta. La fruta era dulce y sabrosa y el mono, encantado, volvió una y otra vez al árbol y hasta aprendió a coger otras frutas.

Con el tiempo, el mono aprendió a distinguir los colores de las frutas. 

La mano que recogía la fruta liberó la boca y el mono, cuya única fortaleza era el trabajo en grupo, desarrolló el lenguaje y con él, la cooperación y el intercambio.

El mono domesticó el fuego y emigró a lugares más fríos. Y los descendientes del pequeño mono se dispersaron por todo el planeta.

Con el lenguaje apareció el pensamiento simbólico: el mono desarrolló la técnica para contar objetos y el arte de contar historias, alrededor del fuego. Un poco después apareció el saber y la educación, de la mano de las abuelas. El cuento se transformó en mito y las cuentas en matemáticas. 

La información se convirtió en conocimiento y éste en poder, La sociedad se dividió entre quienes tenían ese conocimiento y quienes no lo tenían, entre quienes sabían y los que no sabían, entre quienes mandaban y quienes obedecían, entre quienes pagaban tributos y quienes los recibían. 

El mito se transformó en "lo sagrado". Surgió el poder y el poder se empezó a describir a sí mismo y a los demás. Entonces, para controlar la información y la conducta, se inventó el Estado y la moral. Y con ello apareció la retórica, para seducir y manipular. Apareció la escritura y el alfabeto. La escritura necesitaba un soporte físico y en Egipto se inventó el papiro, en Asia menor el pergamino y en China el papel. Aparecieron las bibliotecas. Siglos después, seguirían los indios con el cero. Las cuatro rutas de la seda llevaban y traían.

Fue entonces cuando un emperador de la India, Asoka, queriendo expandir el budismo en el lejano oriente, envió misiones de monjes que, deseosos por abaratar los costos de sus mensajes religiosos, empezaron a experimentar con la impresión y, siglos después, se inventó la imprenta. Y con ella, el libro, la prensa y los cafés.

La colonización trajo las llamadas "nuevas drogas": café, tabaco, chocolate y té. La imprenta dio origen al libro y a la prensa. El libro se ligó al pensamiento ilustrado, enciclopédico y filosófico; y la prensa a la opinión pública. Los cafés eran esos lugares donde se comía, se cantaba, se contrataba prostitutas, se consumía las nuevas drogas y las viejas (alcohol), y se leía las noticias del día, las aportaciones de los letrados (en voz alta) y la literatura popular -erótica, de fantasía- (en voz baja).
Lo que siguió después, lo conocemos bien: surgió la cultura de masas y la tecnología para llegar a ellas: radio, cine, televisión, computadoras, teléfonos inteligentes, tabletas, en fin, internet.

Y todo esto se desencadenó solo porque un pequeño mono sintió hambre y tomó una fruta.

Te animo a leerlo. Es fascinante.

jueves, 9 de junio de 2016

Fuerza popular ¿nueva reserva moral?


No…nosotros somos un centro, un centro izquierda más bien, hemos estado más con el pueblo, hemos dado propuestas para ellos... (Luz Salgado, vocera de Fuerza Popular, en Canal N. Fuente: RPP)
"Izquierda vs Derecha" es una idea fuerza. Resume, comparativamente, millones de páginas de ideas políticas, miles de tomos de tratados de economía y siglos de historia con su secuela de esperanza, aprendizaje y dolor.
Es tan fuerte que si yo digo "soy de derecha" me hago responsable de inmediato de la ocupación de EEUU en Irak y Afganistán, el embargo a Cuba y la guerra de los Contras en la Nicaragua de los Sandinistas. Y si digo "soy de izquierda", he de comenzar a pagar por la situación en que viven los cubanos, las muertes de la Revolución Cultural en la China de Mao, el exterminio de millones en los Gulags y la crisis política y económica de Venezuela.
Apareció en el siglo 18, durante la Revolución Francesa. Y la seguimos usando. Los electores para ahorrarnos la fatiga de pensar y los polìticos para hacernos creer que son los buenos de la película y nuestra salvación.
Izquierda: ¿reserva moral?
Giovanni Sartori dijo una vez que, en politica, el problema de la izquierda era que pretendìa ser la reserva moral de la sociedad y que el de la derecha era que no enarbolaba ninguna bandera ética. La primera siempre ha sido la abanderada de los derechos económicos y sociales y la segunda del libre mercado. Siendo así, de entrada, la primera lucía bien y la segunda lucía mal. Y de salida, la primera terminaba luciendo mal y la segunda bien. 

¿Por qué? Porque en la política realmente existente, las experiencias de gobiernos de izquierda, cuando han sido un fracaso, han sido extremadamente decepcionantes pero no tanto por su ineficiencia sino porque, al haber creado expectativas sociales tan altas y haberse presentado como la reserva moral de la sociedad, han sufrido una quiebra moral.
La derecha, sin embargo, que siempre se ha presentado como una propuesta técnica eficiente, pese a sus grandes fracasos en el poder, casi nunca ha tenido esos problemas. Y no los ha tenido porque sólo puede haber quiebra moral en quien se presenta como reserva moral. Hasta aquí Sartori.
Fracasos y culpas
Ante sus fracasos, la izquierda casi siempre ha culpado al imperialismo, empresarios y los enemigos del de la justicia social y la revolución; y la derecha a los sindicatos, las ONGs, los intelectuales caviar, los terrucos redimidos o reciclados y los anti-mineros.
Desafíos
Siendo así, en el poder, el desafío de un partido de izquierda es ser suficientemente eficiente en lo económico y realista en lo social; mientras que para un partido de derecha es ser lo suficientemente realista en lo económico y eficiente en lo social. Para los primeros, se traduce en cómo evitar la quiebra del modelo social que ofrecen como el más justo y honesto y para los segundos, cómo evitar la quiebra del modelo económico que presentan como ideal. En ambos casos, sin embargo, hay un factor determinante que no se suele mencionar: la corrupción, el factor ético-institucional.
Izquierda Vs Derecha", cómo has cambiado pelona; ya no eres lo que solías ser.
El problema de la disyuntiva "Izquierda vs Derecha" es que no recoge la dimensión ético-institucional , espacio donde realmente nos hemos venido jugando, desde inicios de la República, el partido de nuestras vidas, primero contra la corrupción, la desigualdad y la discriminación; y luego, en tiempos modernos, también contra el narcotráfico y siempre, la corrupción, el problema -hasta ahora- sin solución, el problema que es como el sistema operativo de tu compu (tu DOS, Windows, tu Linux) , es decir, el ambiente que permite, nutre y alienta todos los demás males. 
Fuerza popular: ¿nueva reserva moral?
Y se equivocan los opinólogos cuando dicen que PPK (Peruanos por el Kambio) * y FP  (Fuerza Popular) ** programáticamente son lo mismo. Se equivocan. No lo son. Porque no es la misma la trayectoria de Keiko Fujimori (KF) y Pedro Pablo Kuczynski (PPK); porque no es igual tener de vice-presidentes a Meche Araoz y Martín Vizcarra que a José Chlimper y Joaquín Ramírez; porque no es parecido el legado del padre de PPK que el padre de KF; porque no es lo mismo mentir y tener varias verdades según el cliente de ocasión que decir la verdad, aun cuando no nos guste; y porque hay muchas razones más. 

Se equivocan y porque se equivocan es que en la política criolla en nuestro amado país (que no es grano de cualquier costal) podemos darnos de cara con esta paradoja:
Fuerza Popular, un partido populista, reconocido hasta ahora como de derecha y con claros y comprobados vínculos con el narcotráfico y la corrupción (en el pasado y el presente), se presenta como la nueva opción de centro-izquierda o, siguiendo a Sartori, la nueva "reserva moral". Eso es lo que se puede leer de las declaraciones de Luz Salgado: somos de izquierda porque hemos estado más con el pueblo... y -léase entre líneas- ustedes no, ustedes han estado con los empresarios o con los políticos tradicionales.
Una "reserva moral", sin embargo, que lleva consigo la pesada mochila de una quiebra moral crónica que se renueva cada día, algo así como una vieja dolencia imposible de curar.
¿Será esa la estrategia al 2021?
¿Qué hemos hecho tan mal para que esto sea así?
¿Qué banderas enarbola Fuerza Popular? ¿Qué presenta como fortalezas?
A ojo de buen cubero, se dicen ser "expertos" y "más capaces que nadie" para luchar contra el crimen (salvo cuando se trate de corrupción, lavado y vínculos con el narcotráfico relacionados con sus mecenas, militantes y líderes), manejar la economía y llegar al pueblo, allá donde el Estado no se siente lo suficiente. Y es verdad, han llegado, pero ¿para qué? Un indicio nos lo dan los tapers, las polladas y las rifas.
Eso es lo que en los últimos 3 gobiernos hemos hecho mal: la población no siente que se haya hecho algo sustantivo para mejorar la seguridad ciudadana; 15 años de crecimiento económico sin una mejora importante en la productividad y, por ende, en los ingresos del grueso de la población; y escasa presencia del Estado en varias zonas del país.
Y a todo ello, FP podría añadir una nueva "capacidad": ser la nueva "reserva moral" del país. Siendo así, llegado el momento, ¿a quién van a culpar? A los mismos de siempre tal vez: a los intelectuales caviar, a los "terroristas" redimidos y reciclados, a las ONGs, a la prensa que no puedan controlar y a todos aquellos que les paren cara y es digan hasta aquí no más.
¿Cómo evitarlo?
Para empezar, tener bien claro que, para el Perú, el punto más urgente (a corto y mediano plazo) de la agenda no es la economía ni el medio ambiente ni la seguridad, si no la creación de una conciencia anti-corrupción y de respeto a los derechos humanos de todos y no solo "de los que sirven", porque eso es lo que nos permitirá tener éxito en todo lo demás.
Para evitar que el 2021 no se repita lo que el 2011 y el 2016 (cuando tal vez no tengamos tanta suerte), necesitamos una nueva idea fuerza. Hablo de una disyuntiva nueva, algo que nos haga poner la barra moral donde debe estar, arriba siempre arriba, y nos haga ver con claridad que, por ahora, lo que realmente nos jugamos cada 5 años, no es sólo los frejoles si no algo mucho más sustancial.
Se trata casi de "formatear". Si no lo hacemos, esta telenovela continuará, el 2021 y después y después, como una historia sin fin.
Los populismos autoritarios, y FP lo es, no son de izquierda o derecha si no de lo que convenga ser.

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* Peruanos por el Kambio, partido político liderado por Pedro Pablo Kuczynski, presidente electo del Perú para el período 2016-2021.
** Fuerza Popular, liderado por Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, ex presidente que cumple condena de 25 años por corrupción y violación de derechos humanos.

viernes, 22 de enero de 2016

Cholo soy...

Tenía 7 años y vivía en La Caleta Vieja, un barrio "clasemediero" en la costa norte del Perú, cuando escuché por primera vez "Cholo soy..." del maestro Luis Abanto Morales. 


A esa edad, ya había sido testigo de la injusticia y el abuso racista. Será por eso que, cuando una tarde mis padres llegaron a casa con "El Provinciano" de Luis Abanto Morales, me apropié de él y me deje embrujar por la cadencia del ritmo, la dulzura de la quena y el tundete de la guitarra, la voz tierna de don Luis, la melancolía de la melodía y la rebeldía de la letra de "Cholo soy...". 

Me encantaba encerrarme en la habitación y escucharlo una y otra vez y, en silencio, lloraba... tal vez por mis desposeídos compañeros de juego de la infancia: Toñito, el hijo de la señora que trabajaba para los vecinos y cantaba como un pajarito por las mañanas de verano; o por Cholanca, el niño que lavaba los automóviles del barrio y a quien le prestaba mi bicicleta mientras yo corría detrás; o por Paulino, el "ahijado" de otros vecinos con quien conformamos la dupla más exitosa de La Caleta en las carreras de carro- patín. O tal vez porque la música y la poesía siempre ha tenido ese efecto en mí. O quizá porque simplemente soy un llorón. 

Hoy escucho esta nueva versión, menos melancólica. Más alegre, y el corazón se me hace un puño. Se supone que debo animarme pero vuelvo a llorar. Soy un privilegiado. He vivido lo suficiente para escuchar esta nueva versión. 


Gracias papá, gracias mamá, por traer y dejar a "Cholo soy.." en casa. Tal vez nunca se dieron cuenta, pero en realidad me lo metieron en el alma.

miércoles, 13 de enero de 2016

¿Cómo sería el Padre nuestro si Dios pudiese respondernos?


Esta mañana desperté y encontré en mi bandeja de entrada una cadena de oración, una más de las que prometen que Dios me va a resolver la vida en un santiamén si la comparto con 100 personas más, y que si no lo hago, voy a impedir que el remitente consiga su milagro (o me va a caer un rayo). Y me pregunté: ¿Cómo sería el Padre nuestro si Dios pudiese respondernos? He aquí la respuesta, poco reverente, que se me ocurrió:

Hombre: Padre nuestro...

Dios: ¿De dónde sacaste la idea de que soy hombre?  La hembra es XX y el macho XY. El principio de la vida es femenino y no masculino. Soy mujercita. Ya deja de lado ese machismo.

H: ... nuestro...

D: Repite eso: "nuestro".

H: Nuestro...

D: Una vez más...

H: "Nuestro".

D: Que te quede claro que es "nuestro" y no "mío" ni "no tuyo".

H: Sí. 

D: Y espero que lo recuerdes cuando se te ocurra decir que "God save America" o "In God we trust" o cuando que se te ocurra llamar "ateos", "pecadores" o "infieles" a los que piensan diferente.

H: ... que estás en el cielo...

D: Suena lindo, pero a veces me parece que en realidad dices "que estás por los suelos". ¿Tienes idea de la cantidad de crímenes que se han cometido en mi nombre? Esclavismo,  discriminación, genocidio... ¡y se siguen cometiendo!

H: ... santificado...

D: ¿Juat? ¿Quién me va a santificar? ¿El Papa? ¡Si yo soy la jefa! ¡Soy yo la que santifica! Además, no quiero ese trabajo, hay muchos santos, muchos de ellos sin merecerlo. Ese trabajo está muy devaluado. 

H: ... sea tu Nombre...

D: ¿Quién te vendió la idea de que tengo un Nombre? Dios hay una sola, ¿recuerdas? Y si no hay otra como yo ¿para qué quiero un nombre? Yo soy Juana, Josefa, Mario, el gato de tu tía Cucha y el perrito de la prima Donna, todos y todo...

H: ... venga a nosotros tu reino...

D: Ni lo sueñes. No hay manera, mi reino no es de este mundo, ¿recuerdas? Tú vienes a mí, si quieres.

H: ... hágase tu voluntad... 

D: ¡Ajá! Tú lo has dicho: ¡Hágase "mi voluntad"! ¡Y no la tuya! Así que deja ya de enviar cadenas y pedirme milagros y actos de magia que alteran el ciclo natural de la vida; ayúdate que yo te ayudaré, ¡Madura!

H:... en la tierra como en el cielo...

D: Veo que lo vas teniendo claro. La tierra y el cielo es mi casa. Yo soy la jefa. La anfitriona. Y tú la visita.

H: Danos hoy nuestro pan de cada día...

D: ¿Me has visto cara de panadero? Trabaja, búscatela. He llenado el mundo de alimentos y recursos para que puedan comer y vivir sin penurias, todos ustedes, no solo unos pocos, sino Todos. Te he dado un cuerpo, un corazón y un cerebro, ¡úsalos! pero siempre juntos, nunca separados. Y ya deja de pedirme que haga las cosas por ti. ¿Qué clase de madre crees que soy? ¿La que cría niños irresponsables?

H: ... perdona nuestras ofensas...

D: Perdónate tú primero, chaval, y después busca el perdón de esos a quienes ofendiste. El crecimiento va de adentro hacia afuera (i). No al revés. Y, al fin de cuentas, no me metas en tus asuntos. Ve tú y has lo necesario para reparar el daño que has causado. Y cuando lo hayas hecho, verás que mi perdón no es necesario.

H: ...como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...

D: Uyuyuy, si esa es la vara con que tengo que medirte, ya fuiste, te has condenado solo. A ver si lo entiendes de una vez por todas: primero, asumes las consecuencias de tus actos y reparas el daño causado o lo compensas; segundo, te perdonas; tercero, buscas el perdón de los demás (allá ellos si te lo dan); cuarto, haces propósito de enmienda; y quinto... ya no hay quinto, mi perdón no hará falta.

H:.. no nos dejes caer en la tentación...

D: ¿Y que tengo yo que ver? Yo no te dejo caer en la tentación. ¡Caes en ella porque quieres! Eres mayorcito y sabes lo que haces.

H:... y líbranos del mal,...

D: Very, very sorry, no possible; el mal no depende de mí; el mal lo haces tú, mejor dicho, ustedes, los seres humanos; yo soy toda bondad. Mucho de lo que llamas "mal" son simplemente los hechos propios de las condiciones de existencia, como el hecho irrefutable de que todo cambia y acaba, que las cosas no siempre suceden como las habíamos planeado, que la vida no siempre es justa, que el dolor forma parte de la vida, y que la gente no siempre es amorosa y leal (ii). Te he creado para que seas una persona responsable; no puedo hacer las cosas por ti ni privarte de tus lecciones; sería  privarte de tu derecho al aprendizaje. 

H: Pero...
D: Tu vida es tu vida y en ella habrán momentos buenos y momentos malos, éxitos y fracasos: los primeros los hice para que tuvieras razones para ser feliz y amarte; los segundos, para que aprendieras esas lecciones. Así que no me pidas que te libre del mal, no puedo hacer eso, sería ir contra las leyes de la vida que yo mismo he dictado. 

H: Entonces, ¿qué te puedo pedir?
D: Que te acompañe y te reconforte mientras te haces cargo de ti mismo.

H: ¿Solo eso?
D: También puedes pedirme otras tres cosas.

H: ¿Cuáles?

D: Fuerzas para cambiar lo que puedes cambiar; aceptación para estar en paz con lo que no puedes cambiar; y sabiduría para reconocer la diferencia. Pero no me pidas milagros. ¿Está claro?

H: Sí...

D: ¿Seguimos orando?

H: Sí...

D: Empecemos de nuevo: "...

H: Madre nuestra...

Ginebra, 13 de enero de 2016.
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(i) Gracias, Stephen Covey.
(ii) Gracias, David Richo.