miércoles, 21 de julio de 2010

¿Qué quieres jugar?



Siempre lo digo, los niños pueden ser pequeños maestros en el arte de la vida, si sabemos escucharlos.

Llegué hace unos días a casa de Dawlish, una amiga venezolana, y Arturo, el menor de sus hijos, un niño de 9 años, me recibió con esta pregunta:
- “¿Qué quieres jugar?”

La pregunta, corta y simple, me dejó pensativo por unos segundos.
Me pregunté cuantas veces los adultos nos juntamos con un buen amigo y lo que hacemos es conversar y conversar, y no jugamos.
Recordé que cuando yo era niño y los tíos y amigos demis padres traían a sus niños a casa, yo me acercaba a ellos y les preguntaba directamente:
- “¿Te gustan los chistes?”

Y las respuestas siempre fueron “Sí”. Y entonces nos poníamos a contar los mejores chistes que podíamos recordar y reíamos, reíamos como locos, y luego venían los juegos, uno tras otro. Era hermoso.

¿Por qué cuando crecemos y nos hacemos adultos nos olvidamos de eso? ¿Por qué hemos olvidado que una de las cosas más hermosas que se puede hacer con un amigo es jugar o contarnos chistes? En lugar de esto, preferimos hablar exclusivamente de cosas serias, de negocios, de trabajo, de nuestros problemas y sobretodo, preferimos discutir, tener la razón, dejar sentada nuestra opinión.
¡Nunca hablamos de cosas realmente importantes!

Si vamos un fin de semana a la playa o un domingo al parque, nos dedicamos casi exclusivamente a comer o beber vino o cerveza. ¿Qué pasó con las escondidas, la charada, el pega-pega, el mata-gente y el chicote caliente? ¿O un buen partido de volleyball o futbol playero?

¿Cuándo ha sido la última vez que hemos llegado a una fiesta o casa de un amigo y en lugar de hablar de política o negocios o las últimas ofertas del mes en los Mall (yo odio ésta en especial), y hemos ido directo a lo más importante con frases tan simples como:
- “Hey, muchachos, ¿Qué quieren jugar?”, o “¿Te gustan los chistes?", o ”Sabes la última de....?"

Si hay algo que me entusiasma siempre son las pequeñas pero profundas lecciones que nos dan niños, como la que medio Arturo.