viernes, 27 de noviembre de 2009

Hoy no fio, mañana sí


El camino “a” la felicidad no existe, porque ésta no es un destino sino una cualidad del camino y por eso "hoy no fío, mañana sí"

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La vida puede compararse a un viaje que empezamos a recorrer cuando nacemos y para el cual se nos ha dotado de un carruaje (cuerpo), unos caballos (deseos e instintos) y un cochero (mente). El viaje puede durar desde un día hasta 70 o más años, se puede acabar en cualquier momento con previo aviso o sin él, y mientras dura cruzamos innumerables pueblos y paisajes y tenemos miles de encuentros con otros viajeros.

El camino está lleno de señales que no indican destinos, direcciones ni lugares, sino que nos hablan de Cómo hacer un viaje feliz. Algunas de ellas las vemos y la mayoría las ignoramos porque no las encontramos útiles. Las desechamos porque sólo nos interesan aquellas que nos digan si la felicidad está al norte, sur, este u oeste, para ir hacia allá. Y como no hay ese tipo de señales, nos las inventamos y empezamos a ver las señales que queremos a ver. Y es entonces que dejamos el camino “de” la felicidad para internarnos en el de “a” la felicidad.

Yo recorrí ese camino por aproximadamente 15 años. Hoy no lo recorro más. Y no lo hago porque aprendí a leer las señales.

Hoy, a estas alturas de mi viaje, cada día que pasa reconozco que mi niñez ha estado llena de señales que son en realidad frases espirituales disfrazadas con trajes mundanos, humildes y hasta profanos que llamaron mi atención pero que luego, cuando me hice adulto, olvidé.

Y una de las frases más poderosas es aquella que estaba escrita en la parte interior de la tapa de la canasta de madera que Cirilo, el panadero ambulante del barrio en el que viví mi niñez, tenía sobre su humilde carretilla.

La frase decía: “Hoy no fío, mañana sí.”

Conocedor de que el barrio estaba lleno de vecinos que llevaban pan con la promesa de pagar mañana y jamás pagaban o pagaban meses después y además haciéndose los ofendidos, Cirilo, que era pobre, se curó en salud colocando esta ingeniosa frase que mostraba a las clientes cada vez que alguna le pedía crédito:

“Hoy no fío, mañana sí.”

- “Ay, Cirilo –se quejaban las vecinas- tú nunca fías (das crédito)”.

A lo que él respondía que sí, que:

- “Sí fío, señora, sí fío, pero no hoy, ¡mañana sí!”

Y allí estaba siempre ese cartelito:

“Hoy no fío, mañana sí.”

- “Ay, Cirilo -se quejaban aún más las vecinas- eres un mentiroso”

Pero Cirilo no mentía. Por el contrario, era tal vez el único que hablaba con la verdad. El no mentía porque él siempre Prometía que, cuando llegue el Mañana, fiaría. Y claro, el mañana siempre era mañana… pero él cumplía con prometer y cobrar al contado pues su primera lealtad era con el alimento diario de sus hijos.

La astucia de Cirilo consistía en saber instintivamente que la promesa de fiar mañana es una acción y, como toda acción, sólo se podía dar en el momento presente. Y sabía también que él mañana prometido, cuando llegaba, se transformaba de inmediato en el momento presente y así sucesivamente, tal como es la Vida misma.

Y lo que nosotros no sabíamos era que Cirilo había descubierto la máquina del tiempo pero no lo notamos porque, como bien lo explicó alguna vez Eckhart Tolle, la dichosa máquina siempre, irremediablemente, terminaba aterrizando en el momento presente, el Ahora. Y para eso no hay salida. Y que bien que no la haya.

A Eckhart Tolle le tomó años décadas de depresión, estudios, viajes y reflexión que le condujeron a escribir sus obras El Poder del Ahora y Nueva Tierra, en las que concluyó que sólo sí vivimos sicológica y espiritualmente anclados al presente, podemos ser felices. Y Anthony de Mello solía decir en sus seminarios que él debía ser el idiota más grande que había conocido porque no se había dado cuenta de que el momento presente era la única forma de vivir la vida sino hasta después de 20 años de haber ejercido el sacerdocio.

A Cirilo, sin embargo, le había tomado mucho menos tiempo, tal vez, dos o tres fraudes de poca monta de parte de algunas vecinas tramposas y ya. Y le fue así de fácil porque su escasísima formación intelectual que había hecho de él un hombre convencionalmente inculto, le había salvado de algo peor, que era la deformación intelectual, con lo cual había salvado su Ser, su autenticidad. Y por eso, a pesar de ser un hombre con poca educación, era un hombre naturalmente sabio.

A mí me tomó 44 años comprender el poder de esta frase. A otros, más de cinco décadas, a muchos otros toda la vida y la mayoría quizás jamás la comprenda. A Cirilo, tal vez unas semanas.

Lo que no sabía el buen Cirilo (o tal vez sí) es que esta frase encerraba la sabiduría contenida en libros escritos por enormes maestros espirituales como Eckhart Tolle y Anthony de Mello y en los currículos de programas y talleres de liderazgo de organizaciones gigantescas como Landmark, Carnegie y otras: que la vida, la felicidad, las experiencias y las acciones sólo son posibles en el momento presente o el Ahora y por eso, si quiero ser feliz, “hoy no fío, mañana sí.”

Simple y poderosa, el “Hoy no fío, mañana sí” de Cirilo era el reconocimiento de que el pasado y el futuro son sólo conceptos que únicamente existen en la mente y que lo único real y verdadero es el Ahora, el momento presente, esta fracción de segundo que mi dedo se posa sobre la tecla para escribir punto, . y , y otro . y , otro .

Cirilo, que siempre estaba de buen humor, sabía que el dinero para alimentar a sus hijos le hacía falta Ahora y no mañana, y por eso todas las mañanas se levantaba generoso dispuesto a prometer que “hoy no fío, pero mañana sí”. ¿Y saben qué? ¡Siempre cumplió su promesa!

Hoy, 35 años después, descubrí que el cartelito del panadero del barrio contenía tanta sabiduría como una frase taoísta, budista o de Jesús (el maestro no el Dios) que el camino “a” la felicidad no existe y recorrerlo es como fiar el pan de Cirilo. La felicidad es una cualidad del camino y no un destino. Creer lo contrario es como si Cirilo hubiera fiado su pan y hubiese pretendido alimentar a sus hijos esa noche con las promesas de las vecinas.

Por eso, cada vez que me sorprendo a mí mismo sintiéndome poco feliz y esperando que lleguen “momentos mejores”, recuerdo el cartelito de Cirilo y le digo a la infelicidad, mirándole los ojos, cara a cara:

“Hoy no fío… mañana Sí.”

A partir de hoy, añado a la lista de mis obras favoritas sobre crecimiento espiritual entre las que están los libros escritos por J. Bucay, A. de Mello, E. Tolle, R. Tagore, Krishnamurti, etc., una pequeña y solitaria hojita en la que escribo únicamente una línea que equivale todos los libros de los autores citados:

“Hoy no fío… mañana Sí.” Por Cirilo.

1 comentario:

  1. hola julio, quizas ya no te acuerdes soy julian dea compartimos tablas con atahualpa, juan o jhon a ya por los años 90
    ya parecen siglos en el tiempo pero recuerdos vivos en el corazon
    por suerte en contre tu blog y te mando un saludo afectuoso
    nos vemos mi correo es juliandn@hotmail.com
    a ver si me agregas para ocnversar y recordar viejos tiempos
    bay desde lima peru

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