jueves, 17 de agosto de 2023

¿Qué estás leyendo? El asedio a la modernidad de J.J. Sebreli

 


Este libro es una crítica, la más dura y fundada que he leído, de las ideas del Posmodernismo (1945 en adelante). 

¿Qué critica? El “espíritu de los tiempos” que, según Sebreli, "se define por el abandono de la sociedad occidental de todo lo que significaron sus rasgos distintivos: el racionalismo, la creencia en la ciencia y la técnica, la idea de progreso y modernidad" y el hecho de que, a la concepción objetiva de los valores se opuso el relativismo; al universalismo, los particularismos culturales."

Juan José Sebreli (1930) inicia su libro con dos citas de Jurgen Habermas:

"Pues pudiera ser que bajo esa capa de posilustración no se oculte otra cosa que complicidad con una ya vieja e incluso venerable tradición de contra-ilustración."

"Me parece que en lugar de abandonar el proyecto de modernidad como una causa perdida, deberíamos aprender de los errores de aquellos programas extravagantes que trataron de negar la modernidad."

Sebreli hace una búsqueda "arqueológica" de las ideas políticas más allá de lo evidente hasta encontrar el origen de los pilares de las corrientes posmodernistas. No es un libro de texto ni está hecho para quien no esté mínimamente familiarizado con la historia de las ideas políticas de occidente y de oriente.

Cuestiona el mito del "fracaso de la modernidad" y el del "fiasco de las ideas de la ilustración". Así, para Sebreli, el relativismo cultural no es nuevo en absoluto y es, para la modernidad, una cucharada de su propia medicina, el universalismo es en realidad rechazado por quienes lo sostienen y los particularismos culturales, hoy, al igual que antes de 1945, dan razones filosóficas a los nacionalismos, los fundamentalismos, los populismos, los primitivismos, las distintas formas de anti-occidentalismo, el orientalismo, la negritud" y el indigenismo. No es la primera vez que ocurre. 

Para Sebreli, el cuestionamiento de la modernidad es la figurita repetida de un álbum de colección y sólo estamos viviendo una versión distinta de una película que cuenta la misma historia y la presenta como nueva.

Fue publicado por primera vez en 1991, en medio de la vorágine de hechos que marcaron el fin del bloque socialista, la Guerra Fría, la unipolaridad estadounidense, la emergencia de China, la primavera árabe, la revolución tecnológica y la revancha de Rusia y, tal vez por eso, pasó desapercibido para quienes, hace tres décadas, estábamos en pañales.

Aquí una biografía del autor

Pero es por eso mismo que hoy, 32 años después, ya bien entrados en la era de la posmodernidad o modernidad líquida y el relativismo cultural, cuando leerlo tiene más significado. 1991 era muy pronto para saberlo. El mundo posmoderno ha madurado, ha pasado del mundo de las ideas al de los hechos y la acción. Podemos, por lo tanto,  verlo con más claridad y comparar la utopía con la realidad.

Uno de sus lectores en Tribuna Complutense, Juanjo Acosta, dice esto:

"El populismo, el nacionalismo, el indigenismo, el buen salvaje... Son muchos de los mitos que dejan huella en gran parte de la población mundial, y con ellos se dejan de lado gran parte de los avances más interesantes de la ilustración. Juan José Sebreli se dedica, en este interesante libro, a machacar una tras otra todas esas ideas que nacieron en gran parte de los mitos fundacionales más carcas y que han ido impregnando el discurso de muchos políticos actuales. Tantos que ya es difícil distinguir a la derecha de la izquierda. Los primeros porque siguen arraigados en esas chorradas de lo nacional como una esencia vital y los segundos porque se han dejado arrastrar por el espejismo de lo maravilloso que es adaptar todo tipo de culturas sin criticarlas. Y realmente la democracia es todo lo contrario, es poner límites a todos aquellos que se comportan de manera irracional por mucho que su tradición les diga lo contrario."

Aquí les dejo una buena reseña, La crítica del relativismo cultural de Rafael Gómez Pérez (1993), de la cual rescató algunas frases:

"El relativismo cultural es una especie de criada respondona de la modernidad racionalista, en su mismo horizonte de materialismo

Podría decirse, al estilo orteguiano, que es el tema de nuestro tiempo, el fenómeno más importante hoy en el ámbito del pensamiento, de las actitudes y de la sensibilidad. Me refiero al fracaso de la Modernidad, es decir, de la Ilustración racionalista, una de cuyas prolongaciones fue el marxismo. Y el tema está muy unido a otro: la extensión del relativismo cultural, del «vale todo».

El relativismo cultural es algo que surge, naturalmente, del fracaso de la modernidad racionalista, en su mismo horizonte de materialismo. Y hay que decir que es algo que “le está bien empleado” al racionalismo, por su intento, tan poco racional por otra parte, de descalificar a cualquier precio la fe. “Si Dios no existe, todo está permitido”.

El libro de Sebreli es una correcta antología de todo lo que se puede decir contra las exageraciones del particularismo. En América Latina es polémica, sobre todo, su diatriba contra el indigenismo: “El concepto de raza y de autoctonía es nocivo, no sólo cuando lo usan los racistas blancos contra los indios y los negros, sino también cuando lo emplean los defensores, frecuentemente blancos, de los indios y de los negros para reivindicar en esas razas cualidades distintivas o una vocación mesiánica, ocultando el racismo bajo el disfraz del antirracismo”.

Así, muchos juicios acertados. Pero la misma postura de Sebreli está estropeada por una cierta cortedad de vuelo, por falta de aliento, por la ausencia de la hondura del espíritu. Peccato!"

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