sábado, 8 de marzo de 2008

Carta para Helena…

Querida Helena, ya habrá notado usted que me gusta la poesía. Leerla y escribirla.

Pero como soy mucho mejor haciendo lo primero que lo segundo, permítame ponerme el pañuelo de bucanero y asirme desesperado de los versos de genios como don Mario Benedetti o tal vez como el inigualable Jorge Luis Borges, es decir, de esos que le dicen las cosas a uno como nadie más podría hacerlo.

Así, si fuera Borges, por ejemplo, andaría quien sabe desesperado tratando de encontrar cómo hacer para que no se vaya de mi vida, preguntándome, con qué, con qué puedo retenerla.

Y en cierto modo eso es lo que he venido haciendo, inventando teorías y explicaciones sobre usted misma, locos y alucinantes preámbulos e interpretaciones sobre usted misma, aclarándola, confundiéndola, iluminándola y sumiéndola en la penumbra, haciéndola reír y haciéndola llorar, para ver si tantos libros leídos me dan algo más que temas de conversación, un aspecto cada vez más cercano al libro gordo de Petete y una irreversible miopía.

Si yo fuera Borges, le haría algún poema en español, inglés, francés, italiano, portugués, telugu, chino cantonés, maorí, quechua y hasta sánscrito si es posible, y tal vez lo haga, pero no para ganar un concurso de literatura ni siquiera unos humildes juegos florales o sobornar emocionalmente a un buen amigo editor y conseguir que me lo publique, sino sólo para que usted sepa que, para empezar, me vuelve loco en diez o más idiomas y sus cientos de dialectos respectivos, jerga, replana, excesos, l’anver, al vesre y tecnicismos.

Como Benedetti sería mucho más sencillo, aunque no menos profundo.

Le gritaría directo y sin rodeos que qué bueno que se nos cruzó este puente y que qué recontra bueno que en él estamos montados todavía usted y yo, borrachos bochincheros, pensando nuestros pensamientos en voz alta, resolviendo los problemas del mundo y lanzando corchos de vino remojados y escupiendo sobre las cabezas de la gente.

Y le diría que puede contar conmigo, que qué jodido estoy y qué radiante al mismo tiempo, y que viceversa, pero por encima de todo, le diría que no se salve, que no se quede inmóvil, que por encima de todo, no se detenga en el camino, que no se ame sin sangre y que mantenga suspendido este segundo en que su voz me taladra como un surtidor de acordes, en la dirección que desee, hacia donde siempre o hacia donde nunca, que es el territorio inexplorado y equipaje que le ofrezco yo, convicto irremediable, reo perpetuo.

Pero como no soy Benedetti, mucho menos Borges, si no sólo un burócrata cualquiera que apenas sabe escribir remitente, destinatario, asunto, referencia, lugar y fecha, lo único que me ocurre es hacerle esta pequeña esquela …

Su esquina, 8 de marzo de 2008

Querida Helena,

Es sumamente grato dirigirme a usted con esta misiva en relación con los besos y abrazos que nos dimos el otro día en lo oscurito, aunque también con referencia a aquellos que jamás nos dimos pero que espero que sí nos demos alguna vez frente a todos y en lo clarito, a fin de solicitarle de la manera más respetuosa, circunspecta y educada, que tenga a bien evaluar la probabilidad, remota ya lo sé pero probabilidad después de todo, de que, si es posible, si así tiene usted a bien, si su familia y amigos se lo permiten y si no se lo permiten, si a usted -que cojones- le apetece, en fin, si se lo dicta el corazón, evaluar la viabilidad de que me sea favorable la fortuna y usted decida cruzar de una buena vez el puente, pero esta vez para este lado del camino, y acepte quedarse una temporada, una estación, dos o tres veranos o el resto de su vida -o de la mía-conmigo.

… Dios guarde a usted

(pero que no la guarde tanto que no pueda verla de vez en cuando ...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario