lunes, 20 de julio de 2009

El juego de la vida... de lo importate que es ser leal con uno mismo

Dice Jorge Bucay (*) que las personas, si queremos ser felices, debemos vivir en armonía con tres verdades fundamentales e inquebrantables que él llama Verdad Montaña, Verdad Río y Verdad Estrella (**).

La Verdad Montaña, aquella que nos define en el Mundo es muy simple: “Lo que es, es. Y puede traducirse también como La vida es lo que es y, por lo tanto, Yo soy quien soy y Tú eres quien eres…”

Es decir, conocimiento de uno mismo y aceptación.

La Verdad Río, aquella que nos ayuda a ir por la Vida con fluidez, es también muy simple: “Todo lo bueno que me ocurre no es gratis, hay un precio que he pagado, estoy pagando o pagaré por ello y, por lo tanto, me lo merezco.”

Esto es, aceptación de que yo soy el único responsable de lo que me ocurre, el fin de la dependencia, del control, la manipulación, el auto-sabotaje y la auto-flagelación.

Finalmente, la Verdad Estrella, aquella que aún en las noches más oscuras, nos mostrará esa pequeña luz al fines del túnel: “No hago lo que no quiero”, y si hago lo que no quiero, debo tener presente que voy a pagar por ello, generalmente con una pérdida de autoestima. Y si no lo hago, también pagaré, generalmente con una pérdida de la estima de los demás. Esto es, autenticidad y lealtad con uno mismo.

Ahora, les invito a ver este video, antes de seguir leyendo. No se concentren en juzgar a Chávez y alabar al niño ni se metan en la discusión política, sólo enfóquense en lo que allí ocurre a la luz de estas 3 Verdades de las que habla Bucay.

Este niño, que nada sabe de filosofía ni de libros de autoayuda ni de espiritualidad, es un ser espiritual puro. Y no hace esfuerzo alguno para ello. El vive en armonía con su ser interior y responde de la única manera que conoce, con autenticidad: No voy a la escuela porque en mi pueblo no hay escuela. No hay nada. Punto.

El niño no está aún contaminado con la educación formal que nos enseña que es mejor complacer a los adultos y poderosos antes que ser leal con uno mismo, que nos enseña que es bueno traicionarnos a nosotros mismos si de complacer a un poderoso se trata.

Y ahora vean este otro y no se enfoquen en el hecho de que las relaciones amorosas son privadas sino en la actitud de la mujer:

Una propuesta matrimonial de este tipo, copiada claramente de los bodrios hollywoodenses más cursis, es por encima de todo un acto terrible de manipulación. Ella se toma el rostro una y otra vez, siente la presión, el silencio del público es un grito que quiere una telenovela con final feliz. Ella ya ha pasado por la educación formal contaminante y sabe que un Sí o un No tendrán precios atados a ellos que pagar, no sabe qué hacer y, finalmente, por su bien, decide que No, así sea la bruja de la película, decide ser leal con ella misma.

El hombre, por su parte, tampoco es un idiota. Asumamos que él sinceramente amaba a esa mujer y quería vivir el resto de su vida con ella. Eso no lo hace un idiota. El amor es lo más hermoso y el hizo algo hermoso. Quiero a esa mujer, se dijo y no estoy totalmente seguro si me dirá si, pero allá voy, voy a arriesgarlo todo, absolutamente todo, porque es la única manera que existe de ganarlo también todo.

Aunque claro eligió el peor momento y lugar y un arma que debería estar vedada en las relaciones románticas: la presión en forma manipulación emocional.

En ambos casos, el hombre enamorado y Chávez jugaron las cartas que tenían. Ni bueno ni malo. Y la mujer y el niño jugaron las suyas, ni bueno ni malo.

Porque al final, de eso se trata, de jugar el juego de la vida desde la autenticidad de nuestro ser y arriesgándolo todo para, quien sabe Sí o quien sabe No, ganarlo todo.

(*) Psicoterapeuta argentino, cuentacuentos empedernido y autor de varios libros de auto-ayuda.
(**) Bucay, Jorge. Cuentos para pensar.

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