sábado, 20 de julio de 2013

Las mamás y sus retoños: del cordón al satélite umbilical




Cuando un bebe nace, el médico que atiende el parto corta el cordón umbilical pero, vamos a decirlo claro y fuerte: las mamás tienen múltiples cordones umbilcales, algunos de los cuales se van deshaciendo con los años y otros que jamás desaparecen.

Y ese es el caso de mi mamá. Yo descubrí la existencia de uno de esos cordones cuando, teniendo 32 años, vivía en la India, las antípodas del Perú, y noté que esa enorme distancia no era obstáculo para ella. Aún recuerdo con una sonrisa sus llamadas telefónicas a mi jefe preguntándole "¿dónde está mi hijito? ¿no lo ha visto?", mientras su hijito andaba con su novia en uno de esos maravillosos safaris que hay en la tierra de Gandhi. 

Yo solía bromerar con ella diciéndole que tenía un oleoducto umbilical.

Pero, con los años, me he dado cuenta que me he quedado corto, pues ls mamás son seres altamente adaptables cuando del cordón umbilical se trata. Me explico. Gracias a las nuevas tecnologías, me he dado cuenta que mi mamá, como todas las mamás, cuenta con una especie de satélite umbilical que puede tomar muchas formas: teléfono umbilical, celular umbilical, GPS umbilical y, si por casualidad aprenden a usar la computadora y un Smartphone, Facebook umbilical, Twitter umbilical, Whatsapp umbilical, Viber umbilical...

La mía, y seguro la de ustedes, justifica esos cordones umbilicales con una sola oración:

"Ay, hijito, si te pasa algo, me muero".

Yo vivo en Ginebra, Suiza, y ella en Chimbote, Perú, y sabe que no hay nada que pueda hacer para evitar que algo malo me ocurra, pero hay una energía en ella que la empuja a sentir que solo con escuchar mi voz una vez por semana, ya me está cuidando.

¿De dónde sale todo esa energía, esa conexión, ese amor?

Me vino todo esto a la mente cuando estaba leyendo y haciendo el resumen del capítulo 8 del libro "Language" de Daniel Everett y me encontré con varias ideas sorprendentes e interesantes sobre el asunto:

D. Everett menciona que el 2009, un grupo de investigadores de la UCLA publicaron el libro “The interactional instinct: the evolution and acquisition of language”, en el que sostenían la existencia de un Instinto interaccional en el ser humano, similar la idea del instinto social de Aristóteles, es decir, aquello de que “el hombre es un animal social”.

Pero, ¿qué es el instinto interaccional o social?

El instinto interaccional, señala Everett, es una pulsión innata de los infantes humanos que les empuja a interactuar con quienes les cuidan, sus madres.

Es un instinto común a otras especies animales, en particular los primates que forman vínculos muy fuertes son sus crías, pero es especialmente fuerte en los seres humanos, en quienes es tan pero tan fuerte que algunos han llegado a decir que las madres humanas en realidad forman una especie de organismo complejo con sus retoños.

Este instinto es la forma como Dios, la naturaleza, garantizó la supervivencia del ser humano, un animal de muy lento crecimiento y desarrollo que hace que requiera de enormes y prolongados cuidados.

No hay otro ser en reino animal que necesite recibir tal cantidad de cuidados y durante un tiempo tan largo como los necesita el ser humano. No podríamos sobrevivir sin esta interacción (y cuidados) con la madre que se inicia en el vientre y que hace que el recién nacido sea capaz de reconocer la voz de la que le dio vida.

Las leyes de Dios son las leyes de la naturaleza. Así lo creo yo.Y los múltiples cordones umbilicales de las mamás son realmente la prueba irrefutable de esta afirmación.

Ellas y nosotros, sus retoños, sin importar cuan viejos seamos, siempre formamos una especie de organismo complejo que solo se puede sentir, no explicar ni definir.

Estamos conectados a nuestras mamás, querrámoslo o no, y la relación que tenemos con ella es, en buen grado, la relación que tenemos con el mundo.

Y tal vez por eso nos cuesta tanto resolver temas pendientes en nuestra vida actual si antes no hemos resuelto nuestros temas con el ser humano más importante de nuestra existencia: nuestra mamá.

Yo acepté hace bastante tiempo que mi mamá tiene varios cordones umbilicales que ha aprendido a usar con cautela, pero que los tiene. ¿Y saben que? Me encanta que los tenga.

Yo amo a mi mamá.


Mi mamá y yo

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