viernes, 3 de abril de 2009

Besique necesita una “Mente brillante”

La película "Una mente brillante" cuenta la vida de John Nash, un genio de las matemáticas, ganador del Premio Nóbel, que toda su vida (sobretodo su etapa adulta) luchó en contra de una terrible enfermedad (esquizofrenia).

John Nash recibió, en la vida real, el premio Nóbel gracias al descubrimiento que hizo de una fórmula que revolucionó la teoría económica y cuyo aporte y lección principales podrían resumirse en esto: La cooperación, tan importante en los trabajos de equipo, es siempre la mejor solución.

Y es el caso que hoy, mientras leía un artículo sobre los problemas y perspectivas de Rusia frente a la actual crisis financiera mundial, encontré una frase que me transporto ipso facto a Besique. La frase dice:

"El nuevo modelo económico (de Rusia) que podría emerger serán una mixtura de lo peor del sector privado y lo peor de la esfera pública".

De inmediato voló mi memoria a algunas frases del artículo que titulé "Besiquenstein" y descubrí que en este momento podría acertar con respecto a Besique diciendo lo siguiente:

"El nuevo Besique estuvo a punto de ser una mixtura de lo peor del sector privado y lo peor de la esfera pública".

Aclarando, les diré, el sector privado son los invasores, esos inversionistas, amantes del capitalismo salvaje, que desdeñan las leyes y actuaron sin consideración por nada y por nadie. La esfera pública, por su lado, se refiere a lo gobiernos locales (provincial y distrital).

Y esto ¿por qué es así?

La invasión se produjo por el estado de abandono en que ha estado sumido Besique por décadas. Simple y concreto. Es la historia del Perú en pocas palabras: un Estado que se desentiende de zonas geográficas enteras y un sector privado salvaje que se apropia de esas zonas de la misma manera que se hizo en la salvaje colonización del Oeste norteamericano (ojo que no digo "la colonización del salvaje Oeste…" sino todo lo contrario) y la conquista. Es decir, un Estado y gobiernos locales que haga sentir su presencia, no sólo cobrando peaje, sino sobretodo creando infraestructura básica que aliente el desarrollo armonioso y ecológicamente respetuoso de la playa y salvaguardando amplios espacios públicos, para que Besique no se convierta en ese monstruo deforme que es, por ejemplo, Máncora, en donde los espacios agradables ya han sido copados por unos cuantos hoteles y el pueblo es un desastre total.

O tal vez, en el mejor de los casos, Besique se convierta en ese diminuto pedazo de playa que es San Germán en Tortugas? ¿Recuerdan esta última? San Germán solía ser mucho más amplia y por lo tanto había mucho más espacio para gozar. Yo fui testigo de cómo ciertas familias chimbotanas literalmente "invadieron" más del 50 % del espacio de arena de esa playa hasta dejarnos ese espacio ridículo que tiene ahora. La primera fue una casa muy grande de paredes blancas que luce como castillo y luego las demás, cuyos dueños, más avezados y tal vez con más dinero, construyeron delante de ella. Eso mismo y algo mucho pero iba a ocurrir con Besique si la invasión era un éxito.

No hay otra explicación y la pregunta que surge es: ¿Se hará algo? ¿Entenderán las partes sus lecciones?

¿Entenderá los frustrados invasores que no pueden actuar como choferes de combi asesina y que existe un Estado de derecho que hay que respetar por amor al país, a la región y a la vida?

¿Entenderán los gobiernos locales, el Estado, que esta invasión es una clara señal de que el sector privado ha visto que Besique tiene potencial y que todo lo que hay que hacer es canalizar esa iniciativa privada para que todos –ciudadanos, empresarios y Estado-, salgamos ganando?

Entendámoslo de una vez por todas: las únicas relaciones que dan sentido a la vida, para bien o para mal, son las humanas. Es nuestra elección el cómo vivimos esas relaciones y no hay muchas opciones, sino sólo dos: o cooperamos entre nosotros o nos saboteamos y destruimos mutuamente invadiendo o simplemente siendo indiferentes.

¿Tendrá Besique su "Mente Brillante" o será una de esas playas que miraremos desaparecer bajo toneladas de concreto, bares de mala muerte y tráfico infernal?

¿Saben qué? Me encantaría, en unos años, volver donde mi viejo maestro y decirle: "Profe! Se equivocó! En la provincia de El Santa también crecemos por planificación!"

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